El día que conocí a Luis Rublúo
Por Osmand Romero
Lic. en Historia
Una de las experiencias más gratas y maravillosas de toda mi vida fue sin duda el haber conocido a José Luis Rublúo Islas o Luis Rublúo como aparece en sus libros o ensayos. A quienes muchos le decían de cariño maestro Luis o Don Luis y también artísticamente conocido como El Marqués de Real del Monte, así como también Adam Sefer de manera anónima. Hombre de gran inteligencia, bríos e ideas novedosas que aportó a lo largo de su vida para la historia nacional y local de su estado Hidalgo y de su pueblo natal Real del Monte.
En el presente escrito se hablarán algunas experiencias vividas con el fallecido Maestro Rublúo, así como también algunos los libros y escritores que lo impulsaron a escribir historia nacional y local de diferentes temas desde un enriquecido y analítico punto de vista. Así como también algunos de sus libros. Así que comenzamos.
Comenzaba el verano del 2008 con su clima agradable que representa a esta estación y como es costumbre anuncia el fin del ciclo escolar y en la universidad no es la excepción así que yo me estaba despidiendo del cuarto semestre de la Licenciatura en Historia de México, no sin antes como lo hacía de costumbre buscar sugerencias por parte de mis maestros sobre alguna lectura histórica para pasar el verano y seguir preparándome. Uno de los maestros que bien recuerdo a quien acudía. me recomendaba y prestaba libros sobre historia de la minería ya que es especialista en ese tema, a quien me refiero es el Doctor Javier Ortega Morel. En esa ocasión era el último día de clases y recuerdo haberle preguntado si conocía libros que abordaran temas historiográficos de Real del Monte, no solamente de minería, sino que también sobre episodios históricos, sociedad y cultura como tal ya que la Monografía de Luis Jiménez ya la conocía y la había usado anteriormente en proyectos. El Doctor me dijo sin dudar un segundo- Pues busca libros de Luis Rublúo, él ha escrito muchísimo sobre Real del Monte, es más el es de ahí. Seguramente habrá un libro en la biblioteca del lugar.
Doctor Javier Ortega Morel
Al día siguiente en cuando me desocupé de mis obligaciones me dispuse ir a la biblioteca municipal para exponer y preguntar sobre mi gran inquietud, al llegar me atendió una señora de nombre Camelia Sierra quien amablemente me atendió y le pregunté sobre si habían libros de Rublúo y parece que el destino me sonrió, ya que había una caja llena de libros de aquel escritor y no solo eso, sino que también me dijo que ella lo conocía personalmente y eran muy buenos amigos, así como que también venia una vez al mes a visitar la biblioteca y a quedarse unos días en su casa.
Quedé emocionado al saber esta noticia ya que tenía la posibilidad de conocerlo en persona y poder hacerle tantas preguntas que venían a mi mente. Le pedí que por favor me avisara cuando él estuviera y me dijo que si gustosamente, incluso me pidió mi número telefónico para avisarme cuando llegara el momento y desde luego que se lo di. Sali de la biblioteca emocionado por la posible reunión de aquel escritor que había despertado en mi mucha curiosidad por querer conocerlo a él y a sus obras, ya que cabía la posibilidad de que el me hablaría más a fondo de sus logros y puntos de vista, gracias a dios no me equivoqué, pero eso lo contaré mas adelante; ahora solo me quedaba en ese momento esperar el día en que nos pudiéramos reunir.
Dos semanas después me encontraba en el rancho familiar realizando actividades de siembra y deshierbe junto con mi primo Horacio, esto fue desde muy temprano hasta medio día que decidimos parar la actividad para regresar a nuestros respectivos hogares. Una vez llegando me dispuse a descansar sin ningún plan en la cabeza o preocupación alguna hasta que mi teléfono comenzó a sonar y me percaté de un numero desconocido quería que atendiera su llamada, dudé por unos instantes, pero decidí hacerlo. Al momento de que dije – ¿Bueno quien habla?- una voz masculina me contesta de broma -¿Con quién gusta usted hablar?- Confundido le respondí- Dígame quien es usted y que quiere, ¿con quién quiere hablar?-, Aquella voz me dijo en juego -Si le digo quien soy me dirá quien es usted?- Le respondí un tanto irritado- Si claro dígame quien es usted por favor, si no lo hace le colgare- Esa voz me respondió un tanto más seria pero no perdía el sentido del humor – Soy el Licenciado Luis Rublúo Islas, el escritor que ha estado preguntando, ¿estoy hablando con el joven historiador Osmand Romero?- Al escuchar esta respuesta me emocione bastante, no podía creer lo que estaba pasando, así que sin dudarlo conteste – ¡Si soy yo, a sus órdenes dígame!. No puedo asegurar esto, pero parece que se alegró al escuchar mi afirmación y me dijo lo siguiente – Oiga quisiera que nos viéramos para platicar si no le molesta, el lugar sería en la biblioteca para que pueda mostrarle algunos de mis libros que tengo aquí para comenzar, ¿Qué le parece? – Grandemente emocionado le afirmé y le confirmé. Recuerdo que nos veríamos en una hora aproximadamente, así que me preparé para ir. Muy emocionado me dispuse a mi breve camino, pero lo sentí larguísimo por las ganas de ir. Entré a la biblioteca y al virar a la izquierda donde hay una pequeña sala de lecturas pude verlo sentado en una pequeña silla de madera, apoyado en una mesita mediana, en la cual le habían cedido desde el principio el punto medio de la mesa como si estuviera dando una conferencia con suma fluidez y facilidad, contando sus anécdotas que vivió de niño en Real del Monte su tierra, así también respondía dudas históricas del mismo tema así como desmintiendo creencias dichas de manera equivocada rodeado de unas cinco personas que conformaban el público que poco tiempo después me uniría a ellos.
Mi primer percepción de él fue el de un hombre de mediana estatura, de pelo plateado casi en su totalidad, de franca y sincera sonrisa, serio en su trato pero muy amable, de ojos profundos que reflejaban serenidad y sabiduría que había adquirido en su andar por la vida, estos acompañados de unos lentes que en esa ocasión eran de marcos dorados delgados, a veces los cambiaba y usaba sus característicos lentes de pasta negra y gruesa que lo inmortalizaron en tantas fotos que en las que aparece en periódicos, revistas y desde luego muchos de sus libros.
Justo cuando estaba hablando de un tema tuve el atrevimiento de interrumpirlo para preguntarle si era Luis Rublúo, el con una cálida sonrisa me hace la misma pregunta y me invita a sentarme y esperar cuando fuera mi turno para preguntar, por lo que gustoso accedí. Cuando fue mi turno yo le pregunte sobre su formación y el me dice que tenía dos carreras, el de abogado y el de historiador, la segunda mencionada fue su verdadera y gran pasión ya que tomo la carrera de abogado para complacer a su padre, ya que él no quería que fuera escritor y le dio una contraoferta que fue estudiar leyes, trato que le agradó más a su padre el señor Abraham, quien fue presidente municipal en dos ocasiones en Real del Monte. La segunda pregunta que le hice fue si él conocía a un joven que se llama Miguel, ya que su apellido no es para nada común y el me respondió que es su sobrino, le dije a qué bueno y pedí que me lo saludara, la tercera pregunta que le hice fue sobre sus libros, ya que me interesaba conocerlos y que otros libros de hidalguenses destacados me recomendaba, esta pregunta no me la pudo contestar ya que la encargada de la biblioteca, la anfitriona nos dijo que ya era hora de cerrar la biblioteca, entonces en ese justo momento nos salimos, nos despedimos de la gente y me atreví a seguir su paso para reiterarle mi interés por conocer más de él, y me dijo que si, intercambiamos números y sin querer lo acompañé hasta su casa por primera vez de un sinnúmero de veces que me tocó hacerlo. Recuerdo que me dijo estas palabras- Mire joven Osmand esta es mi casa y vengo cada mes a Real del Monte, no siempre estoy aquí, pero siempre pienso y anhelo regresar pronto a mi pueblo, mi tierra, mi gente, así que espera la siguiente vez que nos veamos, yo creo que para que no tengamos interrupción nos reuniremos en mi casa por la tarde. De pronto me despedí del escritor que acababa de conocer y me fijé que había un grabado de piedra que dice” Aquí vive y también escribe el Marqués de Real del Monte”. Imaginé que alguien le mandó hacer este detalle con mucho cariño, tal vez uno de sus hermanos o sobrinos.