CUANDO PUEDAS SÉ UN ANGEL…
POR: ELISEO GONZALEZ MEDINA
SIERRITA LINDA
Saca pues la mamalona y vete por la raza, llévate la hielera, paque’ de regreso pases al market por las birongas y la carne pa’ celebrar como dios manda.
Me buscas al Sensación Hidalguense y lo que cobre ¡faltaba más!
El junior saco la mamalona blanca, tenía tres más para escoger pero casi siempre escogía la blanca…
Lo que no sabía el junior que a timo el color blanco le recordaba a la valeriana…y a veces solo a veces este recuerdo le borraba la sonrisa.
Apúrate mijo’, apúrate con los costales pa’ que no nos vaya a agarrar la calor, -pus tovia no desayuno la Rosi se comió mi gorda,-
¡Si serás menso! ¡Ora así te vas por tarugo!
Y así con la panza vacía agarraba camino pa’ la loma del cerro, a pesar de la panza vacía me sobraba enjundia pa’ chiflar o arremedarle a los querreques, éramos re buenos pa’ olvidar la pobreza.
Éramos felices tras el mandil de mamá…
Oiga má, ¿hasta ónde’ vamos a ir?
¡Tu apúrale!
Cuando llenes tu costal juegas un rato, tons’ me apuraba a llenar mi costal de pudrición (tierra para macetas) que mi ma’ después la llevaba a vender a la plaza de Zimapan, ya acabé ma’, jueguen un rato en lo que lleno los míos, tons’ la Rosa corría y yo tras ella desde endenantes’ ya había visto la valeriana.
¡Yo la vi primero! ¡Dejamela!
La Rosa se compadeció y me la dejó, no sé porque pero me gustaba desenterrarla y partir su camote que chulo color tenía, blanco, blanco como el alma de mi ma’.
Después venía el regaño mira como quedaste ora así te vas a la escuela todo embijado» de tierra, yo sonreía por dentro, ¡Ah como me gustaba el blanco valeriana!
Muy temprano mi ma’ se iba a esperar la flecha con tres o más costales de pudrición, y fueron tantas veces que la vi esperando al flecha roja en la parada, que si cierro los ojos aún la veo…
La Rosa de la noche a la mañana se convirtió en mi ma’, cuando la vida nos sorprendió (como si nuestra pobreza no fuera suficiente) con la muerte repentina de doña cuquis, fue entonces que todo se volvió negro, a partir de ahi aprendí a vivir sin llanto, esa noche llore hasta que me quedé sin lágrimas, no entendía porque a ella, porque a mí cuquis porque Diosito se había llevado a mi cuquis.
La Rosa como mi nueva mamá no me gustaba, porque lloraba mucho, su carita amanecía hinchada de tanto llorar la ausencia de mí cuquis.
Ya no volvimos a juntar pudrición ni yo a jugar a desenterrar valerianas, ya no hubo tiempo la vida empezaba a golpear en serio.
La Rosa y Lalo mi hermano mayor empezaron una lucha desigual contra la vida, pronto nos convertimos en los indeseables, en los parias, en los guarden todo que ahí vienen los huérfanos, todos nos dieron la espalda aunque a veces un tío nos ayudaba un poco.
Aprendí a no juzgar a nadie, todos tenían bocas que alimentar, aprendí a tragarme mis lágrimas, aprendí como dije atrás, a vivir sin llanto.
Mi hermano Lalo a veces llegaba con tres o cuatro tortillas, -nunca me atreví a preguntarle cómo las conseguía,-
Pero mi panza con gruñidos si que se lo agradecía.
La Rosa echaba entonces dos ajos al molcajete con agua y un poco de sal, eso era todo, esa era una breve pero grandiosa victoria, haber vencido el hambre por un día, ¿El arma? un taco de ajo con sal.
Y algunos días eran peores que otros.
La Rosa sin decirnos palabra alguna a veces salía rumbo a casa del tío Gaspar, y nosotros tras ella, la seguiamos en silencio. Sabíamos a dónde iba.
El tío cenaba, el olor a frijoles con epazote lo delataba. De todas la veces que fuimos solo pocas ocasiones nos invitó, -dejaban de comer o escondían todo,-
A veces cuando ya no había de otra seguían comiendo, mientras nosotros asomados por la ventana y las rendijas los mirábamos, de todos los primos solo la Trini no seguía comiendo, a escondidas hacia un taco pa’ darnoslo, pero el tío le gritaba ¡pa’ que les das cabrona! ¡si apenas tengo pa’ darles de tragar a ti y a tus hermanos!
La Trini entonces agachaba la cabeza y sus lágrimas le agregaban sal al plato.
¿Ya ven lo que hicieron?
¡Ya larguense a dormir!
Y cerraba la ventana de un chingazo.
El camino de regreso era lastimosamente interminable.
Parecía que habíamos nacido para el dolor.
¡Lalooo! ¡Lalooo!
¿Rosa, no has visto al Lalo?
¡No!
La mañana se fue entre desgarradores gritos buscándolo, Lalo no apareció y ya jamás aparecería por el patio, parecía que todo había terminado…
La Rosa y yo como podíamos íbamos a la escuela, nadie sabía que por dentro estábamos muriendo lentamente, (de tristeza y de hambre)
La Rosa termino la secu y se fue pa’ México a trabajar de sirvienta, quizá se fue porque el peso de cargar con nosotros ya era insoportable, aún era una niña.
Ahora sí me me quedé solo y las tardes empezaron a ser largas, tan largas que duraban hasta la mañana siguiente.
Una tarde llego el tío Gaspar y me aventó una carta,
¡Te manda esto el Lalo!
La leí como pude, timo: estoy en el gabacho me vine de mojado en cuanto pueda mando por ustedes, fue breve pero suficiente para llenar de ilusión mi estropeado cuerpo, esa tarde no se prolongó demasiado y por la noche pude dormír sonriendo.
Fue la única carta, la promesa se rompió, pero me motivo a hacer lo mismo, una tarde metí una muda de ropa a mi morral junté todas mis ilusiones acumuladas en tantos años y me fui pa’ la parada.
El ómnibus paso puntual, lo ví venir de lejos, mí corazón se detuvo un breve instante, aspire por última vez el aire de mi rancho, apreté mi morral me hundí en el asiento, cerré los ojos y por primera vez al dormir tuve sueños …
Nadie fue testigo de mi despedida a nadie le dije que me iba a ir, y creo a nadie le importaría, nadie echaría de menos al niño huérfano, al que desde que se fue doña cuquis se había vuelto invisible.
Pasar la línea fue como renacer, Arkansas borro de golpe el hambre y la indiferencia, todo se me hacía fácil por la ansiedad de escapar de mi pasado, poco a poco fui queriendo mi nuevo pueblo, eran como otros brazos queriéndome dar lo que no tuve en mi rancho, es como si tuviera prisa por olvidar.
Al poco tiempo mandé por la Rosa que la sigo viendo como si fuera mi cuquis, aunque ella no sabe ocultar su tristeza, cada fiesta, cada cumpleaños sé que se esconde para llorar un rato la ausencia de cuquis y la ausencia de recuerdos felices de nuestra infancia.
Después de quedarme solo en el jardín, el tiempo empieza a jugar su papel de irreversible, y mi corazón empieza a golpearme más fuerte, cierro los ojos y veo a doña cuquis, la veo tan cerca, tan real, que escucho su voz – ya timo- dejame ir, mi tiempo ya se cumplió todo tiene un fin, es inevitable, así debe ser, asi es el destino.
Los recuerdos desaparecen abruptamente cuando la mamalona blanca patina en el patio,
¡Ya llegué dad!
¡Okay beibi!
Empieza a tocar el Sensación Hidalguense y al son de un huapango doña cuquis se aleja dejándonos ebrios de felicidad…
Timo actualmente tiene un pequeña compañía en USA, ya jamás regresó pero no olvida su lugar de origen, cuando hay oportunidad comparte lo que tiene a los Timos que aún existen en nuestra región.
CUANDO PUEDAS SÉ UN ANGEL EN LA VIDA DE ALGUIEN, TU NO SABES CUANDO APAREZCA UNO EN LA TUYA
Sierrita Linda Hgo.
Margarita Trejo, Albert Zuni y 49 personas más
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