Qué bello es recordar
Por Osmand Romero
Lic. en Historia.
Y bien, iniciamos este momento de escritura citando las palabras del emblemático Octavio Paz en cuanto a recordar, haciendo dupla ejemplar con la memoria para que den razón de ambas, “La memoria no es lo que recordamos, sino lo que nos recuerda. La memoria es un presente que nunca acaba de pasar.
Esto es de gran verdad, ya que recordamos y volvemos a vivir situaciones tan alejadas en el tiempo, pero tan presentes en nuestro ser, que comenzamos a ver por unos instantes a nosotros mismos en algún momento de nuestras vidas, no importa el tiempo, esos recuerdos están presentes. Un ejemplo claro es el recordar la infancia de cada uno, Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás (Tom Stoppard). Esta etapa es sin duda una de las más bellas para recordar y resucitar a cada instante, solo cerramos los ojos, inhalamos, exhalamos aire y decimos en voz baja qué bello es recordar…
Don Lorenzo hablaba de la etapa de niñez de su madre que vivió a principios del siglo ´pasado, paseando por las calles principales de Pachuca. Cuenta que un día en una de las calles mas transitadas algo estaba pasando, pues estaban construyendo algo que se presumía de ser enorme, pues grandes pedazos de cantera blanca estaban acumulados. Estos al paso del tiempo fueron agarrando forma creando un gran monumento, también se percató de cuatro bellas mujeres hechas de mármol, así como también una enorme maquinaria que claramente se veía a los ojos de todos que no la habían hecho aquí. Los meses pasaron y un enorme reloj habían creado y al poco tiempo entre festejos y fanfarrias fue inaugurado.
Cuando Manuelito subió por primera vez al Tren eléctrico, acompañado de su madre que este conectaba de Pachuca a Real del Monte y viceversa, llegando mucho más rápido que el clásico camino de San Fernando, (Tantito a pie y tantito andando).
Ventura siempre recordaba con cariño a sus hermanos que se le habían adelantado. En una ocasión habló de su hermano Santiago al cual le decía de cariño Chago. Cuenta como aquel joven siendo todavía un niño tuvo que trabajar de mozo en una mina, para que así a su familia pudiera ayudar. La hora del almuerzo para Chago se acercaba así que su madre ya tenía listos sus tacos, llamo rápidamente a su hija Ventura para encargarle que valla a ver a su hermano a dejarle sus tacos, ella gustosamente obedeció, pero antes su madre pasó un peine en esos ondulados cabellos y así hacerle una cola de caballo antes de salir. En la cantina el Quinto Toro Santiago esperaba ansioso su comida y a los dos minutos llega su hermana con una canasta, cubierta con una servilleta blanca y resplandeciente. Los dos se sientan en una banquita que da a la calle y el hambriento Santiago comienza a comer, aquel hermano no olvida a su hermana y le comparte uno de sus tacos para que no regrese con el estomago vacío a su casa.
Horacio recordaba que cuando era niño siempre le llamaron la atención los caballos y algunas suertes charras, por lo que iba a visitar a sus tíos Manuel, Jesús y José, hermanos de su madre y guardas de las minas para que le enseñaran sobre caballos y faenas, mismas enseñanzas que enseñó a sus hijos y nietos, incluso a sus bisnietos.
Luis recuerda con cariño cuando era el último día del ciclo escolar, pues con alegría sabía que se iría al Real y ahí una temporada se iba a quedar. Cuando llegaba a casa Su madre ya había preparado su maleta y la de sus hermanos, pues al día siguiente partirían para allá. Ya estando en tan esperado lugar salía con su hermano Abraham a pasear, entonces llegaron a la tienda del señor Luis Wong Chong, pues ahí había una atracción para los dos, se trataba de que aquel señor en su negocio tenía de exhibición un tren eléctrico que a los niños encantaba ver. Que grande habrá sido su sorpresa que en una de las visitas que realizaron los niños el señor Wong les regaló tren de cuerda para cada uno.
Esther aún recuerda que de niña ella veía a los mineros en el momento en que iban a la mina, su casa quedaba de camino a la del Tiro Nuevo de Purísima, era una tienda donde se vendía el pulque. Por lo general los mineros pasaban ahí a comprar su litro que acostumbraban a ingerir. Aquel enorme tinacal que siempre amanecía lleno, y en la noche estaba vacío. Aquellos hombres de trabajo siempre llevando consigo su Guangoche repleto de aquellos deliciosos tacos que su esposa le había preparado con mucha dedicación y paciencia, ¡Que olor tan exquisito desprendían aquellos tacos de diferente guiso -ella comenta! En algunas ocasiones uno de los mineros le regalaba uno, aun caliente y salido de la servilleta ella lo comía con mucho gusto.
Teófilo sonríe cuando cuenta sobre el regreso de su padre a casa después de una semana de trabajo en la Ciudad de México, ya que el simple hecho de verlo ponía contento a él, a su madre y diez hermanos. Aquel jefe de familia traía mandado para su amada esposa y algunos dulces para sus adorados hijos que se compartían entre ellos, ya que eran muchas las bocas ansiosas por endulzar su paladar con algún chocolate o caramelo macizo. Otro momento que le dio total alegría a el y a toda su familia fue el día que su padre trajo un aparato grande, pesado y misterioso, que fue arrastrado hasta la sala de aquel hogar. La sorpresa fue tan grande porque no se imaginaban que era, pero justo cuando comienzan a abrir ese paquete se dieron cuenta que, ¡se trataba de un moderno televisor!. La emoción los invadió a todos, no aguantaban las ganas de poner a funcionar ese moderno aparato eléctrico, así que se dieron prisa por poner a funcionarlo, grata fue la sorpresa cuando por primera vez encendió y la primera imagen cruzó por sus ojos y mentes. Una gran ovación se produjo al padre por traer aquel aparato a su familia. No solo fue una novedad en ellos, también lo fue a sus alrededores, ya que fueron los primeros en tener un televisor en su barrio.
Que bellos recuerdos de su infancia tiene Maribel, pues ella jugaba a la oficinista con unas cartas viejas archivadas en una cajita de madera y una máquina de escribir ya muy antigua, esta se encontraba oxidada, le faltaban algunas letras, no servía la barra espaciadora, pero eso no importaba ya que ella pasaba ratos agradable imaginando grandes cosas. Como el ser una gran Contadora. Del mismo modo el compartir la emoción que tenía su hermano Amado, ya que el iría al programa de Chabelo. Los dos pensando que se podrían ver a lo lejos, Amado en el programa y su hermana desde su pequeña ventana que daba a la calle podría verlo.
Damaso tiene presente su primer día de clases en el jardín de niños. Era un día soleado donde las puertas del conocimiento se le abrían por primera vez a través de una pequeña reja de metal, aquel niño acompañado de su abuelo Lacho en ese gran día, esa mirada de felicidad por parte de aquel hombre al ver a su nieto entrar a un aula por primera vez ha quedado en la historia de vida de ambas personas, el cual ahora se comparte en estas líneas. Otra historia que vale la pena recordar es cuando los abuelos de Damaso junto con su primo Francisco se iban de paseo, los cuatro tenían varios destinos favoritos, uno de ellos es el municipio de Atotonilco el Grande, cada jueves de plaza iban a desayunar ahí un rico atole de fresa, elote o masa acompañado de un tamal, Damaso siempre pedía de mole rojo y Francisco quería uno de mole verde, al terminar el desayuno, los abuelos compraban algún animalito que necesitaran y por ultimo ir al mercado por el mandado de la semana. En las largas horas de juego que pasaron ambos fue sin duda alguna en un terreno que esta cerca de su casa, en ese lugar jugaban futbol con sus primos, amigos y vecinos, así como también el volar papalotes, que en el aire se convertían en hermosas mariposas de papel multicolor que adornaban aquel hermoso cielo azul, que comenzaban a jugar desde el alba hasta el ocaso.
Estos fueron algunos recuerdos de infancia de niños que ahora son adultos, sembrados con amor que, así como esto comenzó con una frase, termínanos estos breves relatos de lo bello que es recordar con otra: ‘Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre’ (Jean-Jacques Rousseau).