La Ildegarda

General Historia y Leyendas

La Ildegarda

La Ildegarda

 

POR: OSMAND ROMERO

    LIC. EN HISTORIA.

 

 

Una gran suma de esfuerzo, ilusión y amor se expresaba en el rostro de aquella joven después de una racha de infelicidad por haber quedado huérfana de ambos padres casi al mismo tiempo y quedar sola en la vida. No tenía familiar alguno con vida, salvo su padrino un respetado abogado, que desde niña ella le decía tío y el con sumo cariño decía hija mía. Después de unos meses de larga penuria ella volvía a sonreír, pues un joven como de 20 primaveras, de buen rostro y galana figura postró sus ojos en aquella dama de 18 años apenas, de cabello largo ondulado castaño, ojos brillantes, sonrisa de labios carnosos y dientes color nácar, sentía de nuevo la alegría de vivir, pues una empresa compartida pronto tendría.

Ella preparaba un nido de amor bello, pues ella heredo un pequeño caudal con una casa pequeña rodeada de arboles de manzanos que eran bondadosos a la joven, que ella compartía con la gente. Su casa era una cabaña  pequeña con ventanales grandes, donde la luz pasaba de manera directa haciendo cálido aquel hogar, la mesa era grande para 8 personas, pues ella quería una gran familia, la habitación era pequeña pero cálida con una cama y colchón acogedor, lo suficientemente suave para descansar y lo suficientemente dura para aguantar años venideros, la cocina estaba repleta de ollas de barro para hacer guisos suculentos, había un fogón de leña que hacia juego con los utensilios de cocina, ni marca de hollín porque estaba todo nuevo y listo para usar. Si faltaba espacio para hacer cuartos, no había problema, pues detrás de la casa había una gran parcela para usar como ella quisiera.

Faltaban días para que la boda se realizara, su caminar armonioso y suave se parecía al de pretender caminar en una nube. En una tarde todo cambió, pues vio a su amor en brazos de otra fulana, este hecho destruye de nuevo sus sueños, enterró su alegría, congeló su corazón y amargó su existir. Ella se encerró varios días en aquella casa, puso cortinas grandes, negras y gruesas para que no la vieran, tapio la que estaba en su cuarto, todo mundo se enteró de aquella tragedia, pero nadie sabía noticia de ella, hasta que una mañana de pronto, como si un soplido demencial se abre la puerta retumbando los vidrios de las ventanas casi para que se rompieran. De pronto sale aquella mujer, los vecinos quedan sorprendidos y atónitos al ver que esa mujer modificó su porte de manera inesperada, nadie podía creer lo que estaban mirando, parecía como una broma de mal gusto lo que estaban contemplando, pero entre más cerca la veían y se aproximaba a su portal que daba directamente  a la calle se hacia realidad eso que parecía mentira, más se creyó cuando ella abrió el picaporte, y se deja ver después de días de ausencia, la gente que se aproximó a saludar, confortar, animar o simplemente pasaba de casualidad se quedan como un mimo al ver a aquella mujer en edad merecedora de ser alabada y amada.

Esa doncella que hasta hace poco empataba en aspecto con los ángeles, ahora parecía haber sido desterrada y apabullada por su peor enemigo, ya que aquel cabello ondulado y lleno de vida, ahora estaba grasoso y apuntando directamente al suelo, sus ojos brillantes y vivos ahora se encontraban en una completa sumisión acompañados de una sombra negra alrededor de sus ojos, labios secos con rastros de carnosidad y dientes amarillos. Entre todas las personas una señora se acerca a ella e intenta saludarla amablemente, en ese momento aquella joven voltea con aquellos ojos sumidos acompañados con una carnosidad llena de bilis y ella le responde-¿que es lo que quiere señora entrometida? ¡déjenme pasar multitud de chismosos, que aquí nadie ha muerto! La gente abrió paso a aquella joven, que caminaba con prisa y altanería, pues no quería que nadie le dirigiera palabra alguna, solo iba a adquirir alimentos y se regresaría de inmediato a su casa.

Llegando a las calles principales, la gente amablemente la saluda y pregunta su sentir, a lo que ella responde a todos inmediatamente – ¡que les importa, ocúpense de sus vidas! La gente estaba sorprendida del repentino cambio de aquella joven. Al poco rato de comprar lo que necesitaba ella regresa a su casa. Al día siguiente sale a hacer lo mismo, los habitantes intentan ser amables y ella hace exactamente lo mismo con las respuestas anteriores, así pasan varios días hasta que la gente se cansa de recibir malas respuestas de aquella mujer que estaba envejeciendo prematuramente.

Ahora ella empieza a imaginar miradas y comienza a reprender con palabras al primero que vea sin tener culpa alguna, ella estaba quedando al borde de la paranoia. Su casa al paso del tiempo se convirtió en una choza abandonada en apariencia, ya que no había rayo de luz que la iluminara, el jardín se convirtió en selva llena de moscos y liendres, las manzanas no eran recolectadas, se caían de lo maduras y se pudrían a los pocos días, solo tomaba unas pocas aquella mujer para su alimentación, prefería que se echaran a perder que antes regalarlas, pues ella decía que la gente hablaba mal de ella y no merecían ni una de su huerto

Un día la mujer se paro cerca de los cocheros y antes de que ella dijera algo uno de ellos se atrevió a decir esto: – dama disculpe no nos parece que sea bueno verla así, usted es joven y puede volver hacer su vida, hay tan buenos hombres que se morirían por hacerla feliz, tenemos desde un Timoteo, Filemón, Abundio o un Ildegardo que esta hasta allá. Ese ultimo era el hombre de complexión mas delgada, estatura mas baja, menos caudal, el que tiene al más sencillo corcel por ser viejo y cansado, y el que menos culpa tiene en esto. La mujer se cargo de furia al escuchar estas palabras por parte del cochero y mas por haberla comparado con ese hombre, por lo que para descargar su furia destruyó pertenencias y atacó a quien quisiera serenarla, después de unos minutos de furia, la gente intento detenerla, pero no pudieron. Ella por su lado huyó a su casa y no salió en días.

Un hombre cercano a ella se enteró desde el principio de lo que sucedió y fue a buscarla, este hombre entro a la casa sin problemas ya que el poseía un juego de llaves, al entrar a la casa, el hombre encontró suciedad en todas partes, comida echada a perder, una mesa grande con una sola silla en la sala , solo habían cojines con resortes abiertos y en la habitación una cama ya desgastada con sabanas amarillas, puntas negras de tierra sin lavar en mucho tiempo y encima de ella había una mujer que en cuanto ella vio que se trataba de aquel tío, se dirigió a el abrazándolo y llorando. El tío intentó consolarla de mil maneras, pero era tarde, esa mujer estaba perdida en sus tragedias y dolores, el tío comenzó a limpiar la casa sin ayuda alguna, pero ya no lucía como antes, a lo que contrató servidumbre para  levantar esa casa, pero aun así no se podía hacer mucho, por lo que  él se comprometió venir una vez al mes para acompañar a su sobrina en desgracia, así como  pagar los incidentes que ocasione la desafortunada mujer. El tío tuvo que explicar a cada una de las personas el penar y sentir de la joven, algunas personas se solidarizaron, otras más lo tomaron de risa y más cuando ocurrió la escena de Ildegardo. Al día siguiente el tío llevó a su sobrina a pasear por la plaza, la muchacha se  arregló lo mejor que pudo a petición de aquel hombre, y recobro parcialmente su brillo, pero lamentablemente el tío tenía que irse al día siguiente por asuntos de negocios, y de nueva cuenta quedo ella sola, aquel señor prometió volver en un mes, para que ella no se sintiera sola, en la despedida la sobrina no dejaba de llorar, pese a eso se fue aquel hombre que la confortaba con sensación paternal.

Al día siguiente aquella mujer regresa a la rutina, la gente la mira y ella dice- ¿que, soy o me parezco?, las personas consientes no dijeron nada, solo la respetaban en su dolor de huérfana y engañada vilmente. Otros en cambio querían pasar un momento de diversión a espaldas de ella, de pronto un sujeto mofándose dice- ya vieron hay viene la novia de, otro le dice si es ella- la señora de Ildegardo, mejor conocida como la Ildegarda. Eso embraveció a la mujer y de su boca salieron un sinfín de insultos a los culpables e inocentes que estaban cerca de los malos, golpeando al prójimo y destruyendo lo ajeno, situación difícil para ella, ya que tuvo que huir.

Así pasaron los días de manera similar y una gran factura debía pagar el tío, el día de su llegada fue a saldar deudas con los aboneros, calmando a la chusma furiosa, al poco rato llegaba a la casa de la sobrina para consolarla y calmarla, la mujer se arreglaba  y salían por lo que fuese a necesitar, al día siguiente se tenía que ir el hombre y de nueva cuenta se repetía la historia, y así transcurren 20 años hasta que la joven alcanza los 40 con un aspecto mas marchito, lleno de amargura, locura y tristeza. Así como un tío ya mucho mayor, que cada mes es un acto heroico ir a visitar a la amada sobrina.

La gente del pueblo ya no la ve con tristeza, ahora piensan que es una completa loca, la gente a olvidado su nombre solo le dicen la Ildegarda, risas y mofas se escuchan a su paso y ella solo amenaza la llegada de su tío, pero ese señor ya perdió crédito y no influye ningún cambio, – Ya verán que llegue mi tío, los meterá a la mazmorra mas apestosa y fea y pagaran una multa de 20 mil reales, cantidad exagerada e imposible de imaginar, pero ella sentenciaba a todos y esperaba el día de ver al tío. Desgraciadamente ya no llegó, ya que su tío murió una semana antes de cumplir el plazo de su llegada. Una carta llega a las puertas de su deteriorada casa, ella la ve en cuanto se va el mensajero, lee la carta y un grito ensordecedor sale de su boca, cierra la puerta de inmediato y no la vuelve a abrir en su vida.

Pasan 3 meses y los vecinos no saben de ella, la buscan, pero no deciden entrar a primeros intentos, hasta que la autoridad interviene. Así es como abren la puerta, la gente ve por primera vez en mas de veinte años esa casa y nada queda de ese recuerdo. Alcanzan a ver a una mujer dolosa en el suelo, la intentan rescatar pero nada, solo abre esos ojos amarillentos llenos de bilis y tristeza, un hombre intenta hacerla reaccionar preguntándole su nombre, ella a voz agonizante y a un débil aliento dice. ¡soy la Ildegarda una hija de la desgracia!, en ese momento deja de respirar.

Las autoridades le ceden una ultima morada, pero no recibe flores, arcos ni rezos pues su tio se le adelantó y no pudo hacer honores. Al final del día cae una lluvia torrencial y se acerca una silueta de hombre de baja estatura muy delgado de ojos pequeños y de piel de barro, con unas flores y unas lágrimas en sus ojos. El hombre se acerca, se persigna y al final se distingue claramente que es Ildegardo en persona dejándole unas flores a su amada Ildegarda.

 

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