DURMIENDO BAJO LAS ESTRELLAS
POR:ELISEO GONZALEZ MEDINA
SIERRITA LINDA.
Es la mayor de tres hermanos, a sus escasos once años, su sonrisa infantil la extravió entre el comal y el metate más los cuidados al Javi, como le decía de cariño al más pequeño. Moncho a sus ocho años hace cosas de grandes, él se encarga de traer agua y leña.
En la cocina no hay mucho por hacer, apenas algo de maíz y frijol que Don Secundino les regala mientras a su padre se la va la vida en un topo de aguardiente. Es navidad; Maru se apura y baña temprano a Javi, y presiona a Moncho a qué haga lo mismo, cae la noche, impaciente aguza el oído al filo del patio, para escuchar el cuete, señal que ya van en marcha los peregrinos para la última posada. Cuando el cuete retumba en el cerro, se calza sus viejas chanclas, ata a Javi a su espalda con el chal de mamá, descolorido y roto por tanto uso. Entre penumbras inician su camino, la hojarasca cruje siniestra, aprietan el paso para salir pronto del encinal.
La posada está por comenzar, deja a Javi en un huacal rumbado por ahí, corre, pero ya le ganaron el papel de María, se tiene que conformar con una bandera de papel china. No hay nadie que cante más fuerte que ella, con todo y que fue la que cantó más bonito, solo le dan un ponche que no es más que té de canela con guayaba, ni siquiera lo prueba, se lo lleva corriendo a Moncho y Javi, ahora viene lo mejor, se mete a la fila, es la número tres, todos los que pasan brincan y lanzan garrotazos sin tón, ni són. Ella, espera impaciente su turno, le ponen la venda y mientras la hacen girar sonríe, salta y da un golpe al vacío, otro más, después se queda quieta, no respira,dos segundos,tres,cuatro. ¡listo! Da un golpe tan fuerte, que la piñata vuela en mil pedazos, nunca le falla su truco, las barbas de la piñata le anuncian su posición, lo aprendió cuando se dió cuenta que le daban dos aguinaldos gigantes a quién la rompía, ya con ellos en la mano corre a donde Moncho y Javi la esperan, les da las colaciones más bonitas mirando orgullosa que su premio los hace felices. Con Javi en su espalda y Moncho con el botín de dulces, emprenden el regreso, ahora si, prende el ocote para alumbrar el camino, llegan a casa, acuesta a Javi y cobija a Moncho, después, despacito pone los viejos zapatos y sus roídas chanclas en la ventana suspira mientras piensa que tal vez, esta noche sí… Maru se durmió bajo las estrellas esperando…
Es nochebuena, Javi está en la orilla del patio, mirando hacia la barranca, esperando escuchar retumbar el cuete, sus hijos lo abrazan y le secan a besos sus recuerdos.
Moncho se fue para no volver.
Maru ocasionalmente regresa, pero no en navidad, prefiere olvidar a santa clos, al santa clos qué tanto esperó en su infancia