Recuerdos de un guardabosques

General Historia y Leyendas

Recuerdos de un guardabosques

Recuerdos de un guardabosques

 

Por Osmand Romero

Lic en Historia

En un momento de tranquilidad y reflexión ante la extenuante rutina, me puse a reflexionar y recordar sobre mis experiencias vividas, esta vida que te da muchas sorpresas, y los caminos de dios son tan misteriosos, que uno no sabe en el momento porqué pasa esto, pero en años de distancia descubres porque sucedió.

Uno de mis primeros empleos fue en un ayuntamiento, era un simple mensajero, esto de principio ya que para todo me solicitaban, me ponían pruebas pesadas con el fin de que me cansara y así renunciaría, eso no importaba ya que con lo poco que me daban me pagaba mi universidad, el estar a un año de terminar me motivaba a aguantar y a mi meta alcanzar. Un día llegué a registrar mi entrada como siempre y me mandaron llamar, me dijeron “mensajero, ahora guardabosques serás”, esta noticia en verdad me perturbó, ya que se veía que no me querían, así diría no y renunciaría, poco animado acepté, dejé mis pendientes en la oficina y me dispuse a marcharme a mi nueva y extensa área de trabajo. Llegando a lugar mi compañero de bigote pequeño y gorra cubriendo abundante cabellera retorcida me comentó que se debían hacer varias tareas, -conforme pase el tiempo las iremos haciendo- comentó, yo aún incrédulo solo alcance a decirle que si. La primera tarea que me encargó fue el recoger la basura que habían dejado los turistas que hicieron fogata o campamento el fin de semana, los lunes era por costumbre realizar eso, tomé mi bolsa de basura negra y comencé a trabajar.

Aún recuerdo que era finales de abril cuando esto comenzó, se percibía el calor con humedad y con mayor intensidad en el bosque frondoso donde me encontraba, debía estar en completo movimiento para poder cubrir el área, que era bastante grande, no te dabas abasto en un solo día, ya que era el subir y bajar constantemente, el punto más elevado del bosque se encuentra a 3000 metros sobre el nivel del mar, hay dos maneras de subir hasta esa meta: la primera es por un camino casi en forma de caracol  la cual era la más fácil, la segunda: era casi escalando, en la subida encontraba telarañas, flores con espinas y alguna que otra hierva que causaba comezón si no traías botas. El final del camino era señalado cuando te encontrabas a una enorme antena parabólica en el camino.

Al principio era fatigoso subir hasta ese punto, pero al paso del tiempo pude obtener una condición que me permitía hacer mi labor sin problema alguno. Cuando llegaba a la meta bajaba por el otro camino. Para llegar al punto menos elevado del bosque tenía que descender por una ladera, la cual chocaba con una carretera de vía rápida, la cual había que tener cuidado al momento de cruzar. Ya estando del otro lado recorría caminos casi en línea recta, que muchos estaban obstaculizados por encinos caídos ya sea por viejos o por tala.

Uno de los problemas en los que me afrenté fue sin duda el de encontrar taladores, personas que cada tercer día iban a cortar leña, era una lucha sin tregua, ya que les decía que eso estaba prohibido hacer, muchos de ellos no decían nada, solo seguían su camino, yo seguía el mío. Cuando terminaba mi recorrido, los volvía a encontrar justo en el mismo lugar, y era el cuento de nunca acabar. Lo mismo sucedía en los meses de noviembre y diciembre cuando el musgo se comenzaba a vender, ya que lo usaban para adornar su árbol de navidad junto con su nacimiento.

Tuve la suerte, dicha o fortuna de plantar varios arbolitos, hermosos encinos y oyameles de apenas treinta centímetros cada uno, estos los planté al final del camino donde hay un semicírculo, mucha gente hace ejercicio en ese lugar, esto

quiere decir que siempre iban a estar acompañados e iban a ser cuidados. Para que su crecimiento fuera más seguro, mi compañero y yo hicimos una valla de alambre y algunos viejos troncos para que estuvieran mejor protegidos. Hoy en día aquellos arbustos bebés se han convertido en hermosos arboles de hasta 5 metros de altura, unos ligeramente más pequeños, pero en verdad todos son bellos.

Hermosos espectáculos me ofreció la madre naturaleza en el tiempo en que estuve, así como grandes bondades que pude percibir. Algunos de los que más recuerdo es sin duda alguna el ver caer hojas de esos grandes árboles, pero no como se piensa, parecía ser una obra musical, ya que esta comenzaba a caer, el viento hacia ligeros remolinos, estos atrapaban a las hojas y le daban cuerpo a este viento creando hermosas espirales perfectas color ocre. En otra ocasión, cuando me disponía a realizar mi recorrido matutino no había ni un alma cerca, o eso fue lo que pensé, ya que en un árbol a un metro de distancia de mí escuché un discreto tic tic tac, elevé la mirada y me percaté que era un pájaro carpintero buscando su delicioso alimento. Mas adelante en el transcurso de mi camino vi como cayó ante mis ojos una bellota grande y madura, a los dos segundos una ardilla grande y gris se paró ante mí, tomó la bellota, me miró y puso una expresión de ¡es mía la encontré primero!, la metió en su boca y subió al árbol lo más rápido que sus patas le permitían hacerlo. Al final de mi recorrido vi un nido con avechuchos recién salidos del cascarón, su madre llegó a la brevedad para atenderlos, esto fue sin duda un espectáculo verdaderamente bello.

En mis momentos de descanso o poca actividad los aprovechaba para poder distraerme, esto lo hacía trayendo conmigo las mayores veces un libro, tal como esos momentos soñados por los lectores, a la sombra de un árbol. Hermosas obras pude leer como aquel libro de poesía que contenía La Suave Patria de López Velarde:” Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de selva con que me modelaste por entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero”. La hermosa novela de Oscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray: “¡Curar el alma por medio de los sentidos y los sentidos por medio del alma!”. Los ensayos verdaderamente bellos de Alfonso Reyes: “El fin de la creación literaria es iluminar el corazón de todos los hombres, en los que tienen de meramente humano”. y Los Anales del Estado de Hidalgo de Teodomiro Manzano: “1524. Los españoles comienzan a trabajar la mina de Las Vizcaínas”. Como música de fondo natural se manifestaba el cantar de las aves, el correr y volar de las ardillas, el viento resoplando a las hojas de los árboles de encino. Increíble para el que ponía atención.

Al paso del tiempo, las estaciones del año corrían armoniosamente, una tras otra iba intercalándose, manifestando con gracia el orden, como la obra de violín de Vivaldi de las Cuatro Estaciones. Cada mes que pasaba era un concierto como los de Ámsterdam, que debo comentar que lamentablemente, así como comencé con la mitad del cuarto me quedé a mitad del segundo, ya que un llamado volvió a cambiar mi destino.

En la alcaldía el Secretario Municipal con resaca y molesto preguntaba – ¿Dónde se encuentra el mensajero?, -está en el bosque -respondía su asistente de manera puntual – ¿y que hace ahí? – preguntó de nuevo, -usted lo mandó ahí señor – contesto la asistente. Colérico y enérgico dice – ¡quiero que vuelva la siguiente semana, hay muchas cosas que hacer en la Contraloría y demás áreas!

Pocos días después de que eso se suscitó, me reporté a trabajar con mi ropa de guardabosques la cual consistía en botas negras de trabajo pesadas de color negro, pantalón de mezclilla de tela gruesa, una chamarra tipo cazadora de color caqui con fondo aborregado y una gorra negra El Oficial mayor me informa que se han suscitado cambios de un momento para otro y es necesario que vuelva a las oficinas, noticia que obviamente no esperaba, por lo que tuve que dejar todo en orden de nueva cuenta en el área que estaba, y asi comenzar nuevamente donde no eran necesarios mis servicios según ellos.

Así pasó otro día y ahora usando ropa más de oficina usando zapatos negros de vestir, camisa manga larga, pantalón negro de gabardina y un chaleco. Comienzo a trabajar, mi primera tarea seria ver unos pendientes en Contraloría. Aquel hombre serio y amable me dice -¡que paso Licenciado ya cuanto sin verte caray!, -¿Licenciado?- con extrañeza me expresé, el sonríe y dice- pues claro, ya me enteré que estas a un mes de terminar tus estudios, eso es en lo que estas por convertirte, ¿o me equivoco?, – Si es verdad Contralor, pero aquí no les importa, – me expresé-, eso no importa, mientras tú te la creas los demás no importan, algún día a ti te van a reconocer por lo que eres y no por lo que quieres aparentar, estos lugares son temporales y al final nadie se acordará quien fue quien.

Después de escuchar tan valioso discurso, me animé a seguir adelante, bastó un comentario de una sola persona para ver la vida de manera distinta. En eso comienza el trabajo formal, el Contralor comenta- oye, ¿me puedes ayudar con este pendiente? – le respondí animado- pero claro en un momento lo tiene en sus manos. Cierro la puerta de su oficina y me pongo a trabajar muy gustoso.

 

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