EL TAXI MALDITO

General Historia y Leyendas

EL TAXI MALDITO

 

EL TAXI MALDITO

 

 

 

 

                       POR: CONSTANTINO JIMENEZ

Investigador y panelista en el programa de TV de Extranormal. Azteca

 

 

En días pasados leyendo historias de un taxi, en Rompiendo Fronteras… Recordé el caso de una persona que conducía un Taxi y que le estaba yendo sumamente mal. Su tragedia comenzó en una ocasión que subió a tres pasajeros y lo condujeron a lo alto de un cerro algo deshabitado. Sintiéndose estas personas seguras por la soledad del paisaje sacaron un arma amenazándolo de muerte y que les entregara el vehículo, el taxista al verse casi perdido decidió rápidamente en estrellar su carro contra un árbol pues él llevaba puesto su cinturón de seguridad y los maleantes no, por lo que procedió con su plan. Una vez habiendo chocado su vehículo salió de él, dió gracias a Dios por salir sin heridas graves y se dirigió a su hogar pues ya era muy noche y al día siguiente haría las denuncias correspondientes. Recuperó su carro, lo mandó reparar pero su negocio ya no volvió a ser el mismo. Pasaba por las calles y no había personas que se quisieran subir a su Taxi. En una ocasión se le acercó a una persona que siempre tomaba el servicio de taxis pero nunca se quería subir con él, sobre todo después después del accidente en el que casi pierde la vida. estaba esperando un vehículo y le preguntó porque no se subía a su taxi a lo que le respondió: «Cómo quieres que me suba a tu carro si viene ocupado con gente». Fue entonces que comprendió que sus verdugos seguían en el vehículo como almas en pena sin descansar y sin poder llegar al lugar que les correspondía estar.

Después de conocer esta historia del conductor me pidió ayuda para armonizarlo a él y a su vehículo. Fue curioso lo que después comentaba, pues a pesar que fuera con gente en el taxi de todos modos le hacían la parada para que les diera el servicio. Terminando así su pesadilla y retornando a su equilibrio, prosperidad y paz.

La Luz siempre disipará la oscuridad.

Con mis mejores deseos de paz profunda.

Constantino Jiménez

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