LA NACIONAL

General Historia y Leyendas

LA NACIONAL

 

LA NACIONAL

      (Carretera 85)

 

POR:ELISEO GONZALEZ MEDINA

           SIERRITA LINDA

 

Vivir a un lado de la nacional ocasionaba que por las noches el ruido ensordecedor del freno de motor de los trailers y camiones fueran nuestra canción de cuna, crecimos con el ruido constante y al paso de los años éramos unos pequeños expertos en identificar el tipo de camión, solo por el sonido de su máquina.
Los torton cargados de naranja eran mis favoritos, ya que en las curvas debido al peralte se caían naranjas y esa era una buena oportunidad para tenerlas gratis.
Estaban también los carboneros con sus arpillas retando siempre a la gravedad aunque no siempre lograban salir ilesos de la sierra.
Las mudanzas MYM con su caja de lámina corrugada siempre eran la tentación para practicar la puntería, y después atletismo( les arrojabamos piedras y nos teníamos que echar a correr ya sea porque el chófer se detuvo, o mi madre nos vio y nos iba a poner una chinga)
Los ganaderos con sus leyendas en el tumbaburros o en su portallantas ahora ya desaparecidos; El apache, el panela, fe en dios, primero dios y volveré, el lobo solitario, guerrero de la noche, el caballero, águila solitaria, y muchos más que escapan a mi memoria, son nombres que se volvieron inolvidables en la 57 ruta 85.
Las pipas daduga, que por su paso continúo, les decíamos daduga a todas ellas, pensábamos que era una marca de tráiler, hasta que un día supimos que era el nombre de una empresa, no del tráiler.
Los Dina, los Ramirez, los Ford, los Chevrolet, los Mack, los Kenworth, le dieron vida a la 85, los autobuses somex, Dina, y aerocoach también hicieron de la suyas en esta singular carretera.
No me imagino en otro lugar que no sea aquí, al lado de mi carretera, aquí tenía un carrito de baleros y le había puesto por nombre el inolvidable, y por las tardes usábamos de pista dos kilómetros de pura bajada, aunque siempre quedaba la duda de si valía la pena empujar el carrito de regreso y aparte soportar el chirrido de los baleros sobre el pavimento, en fin era niño y para mí era lindo vivir al lado de la nacional.
A veces algún chófer me daba un raid a la escuela, así que subir a un trailer a esa edad me hacía soñar en ser conductor algún día.
De niño las historias fantásticas eran contadas una y otra vez en las noches estrelladas, el cantil de la gringa, el cajón del diablo, la pera, el cantil de los novios, el cantil del espejo, etc.
En estos sitios espantan decía la gente, la que contaba papá era que una vez el tío mode iba manejando y vio clarito como una mujer se iba peinando en el espejo derecho, al verla por segunda vez ella volteo también a verlo pero solo era un cráneo con pelo, no tenía carne en su rostro, el tío mode por poco y se voltea del miedo y ella solo desapareció.
Los accidentes también eran frecuentes pero lo trágico para otros era felicidad para nosotros, mucha mercancía ya no la rescataban y era la oportunidad de llenar la panza con algo más que frijoles, naranjas, plátano, lechugas y hasta caguamas fueron a dar al patio de mamá.
Correr y hacer el ruido del desfogue de los frenos e imitar el sonido irregular de un motor de camión era nuestro juego favorito.
Muchos años después, cuando ya todo dejo de ser juego, me encuentro echando diesel a muchos kilómetros de la nacional, la vida me convirtió a lo que jugaba de niño, soy trailero, no hay ninguna carretera que no conozca, que no haya circulado, extrañamente por la que considero mía…
¡no!
¡La 85!
Pero hoy es la noche! hay con un viaje a Huichihuayan SLP.
¡lo sabía! ¡lo sabía! ¡algún día tenías que llegar!
mi carretera, mi rancho, mi casa, ¡lo sabía!
¡Y hasta la noche es bonita!
Llegar a Ixmiquilpan es solo rutina solo es un tramo más, al enfilar a la sierra se acelera mi ritmo cardíaco, y entonces la vida cobra sentido, aquí desaparece todo, aquí empiezo a vivir.
Al llegar a Zimapan empieza lo bueno y no hablo de las curvas, aquí empieza el camino al pasado, cuando me imaginaba siendo chófer de aquellos camiones que hoy algunos ya les dicen dinosaurios.
A bordo de un KW T680 enfilo al llamado de mi ayer, y así en compañía de la luna paso en soledad las Trancas, Maguey Verde, Pelillos y ya para media noche aparece mi rancho, al fin la vida me concedió llegar en mi sueño de niño, saboreo metro a metro el paso por mi pueblito.
Llegar a la virgen detenerme y amanecer ahí, es una grata sensación, mi rancho, mi carretera, mi camión, y la magia de mis recuerdos hicieron que esta noche fuera inolvidable.
Manejar de noche por la nacional es mejor lo sé, pero elegí terminar mi recorrido de día, así que al amanecer me espera Durango, Jacala, la cuesta, la Misión y finalmente Tamazunchale, al llegar al destino queda la sensación de querer volver otra vez a pesar de sus peligros, sus curvas, la neblina, los voladeros y las historias de terror que aún se cuentan.
La 85 ya luce abandonada, atrás quedaron los días en qué era transitada por los carboneros, los ganaderos, los cerveceros, las dadugas, las mudanzas, los naranjeros, y tal vez el apache, el solitario, el guerrero, o el Sioux hayan encontrado mejor ruta y estén aún por ahí circulando en la 57.
Yo por una noche acaricié tiempos pasados, aunque me hizo falta el saludo de algún colega, que como yo anduviera buscando sus recuerdos entre las curvas, cómo cuando todo era bullicio de motores diesel en la 85.
Sierrita Linda Hgo.

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