Ramón Santamaría un minero que escribía a modo de novela.
El caso del Chiflonero.
POR; OSMAND ROMERO
LIC. EN HISTORIA
Afortunado aquel hombre que hace su trabajo con fe y amor, el que lo relata y escribe de manera entusiasta para compartirlo sin duda alguna está bendecido, más aún si deja una herencia cultural para las nuevas generaciones de interesados por conocer las huellas de su pasado. Un hombre que cumple con dichas características es sin duda Ramón Santamaría López o simplemente Don Ramon para los que alcanzamos a conocerlo.
En experiencia personal puedo comentar que conocí a Don Ramón Santamaría, esto ocurrió en el año 2000 cuando cursaba la Escuela Secundaria General Magattzi. Recuerdo que a principios de aquel año se dio el cambio de director de la escuela. Por lo que el sucesor del Profesor Andrés Vidales Silva se presentó un lunes durante el homenaje a la bandera como siempre se ha acostumbrado. Era un hombre moreno de pelo retorcido corto cano, ojos cafés oscuros, usaba lentes semi-redondos, con estampa de absoluta seriedad, de complexión delgada y de estatura media como 1.76 cm de estatura. Su nombre era Miguel Ángel Santamaría Hernández, el cual lo recuerdo como un hombre serio, pero amable en su trato de autoridad educativa.
Junto a él vinieron muchos cambios como cualquier institución, entre ellos el de la cafetería de la escuela, pues nuevo personal lo atendía, era un matrimonio de edad mayor, muy amables y sencillos en su trato. Ellos eran Doña Anita y Don Ramón, ellos dos atenderían la cafetería hasta mi graduación que fue en el 2002 y un poco más de tiempo. Don Ramon era un hombre de unos 72 años, pelo cano, ojos cafés penetrantes, un poco robusto, algo encorvado. Aún recuerdo sus amables palabras cuando el me atendía – ¿qué vas a querer hoy hijo?, me preguntaba, -deme un jugo y una torta Don Ramón por favor. Nos atendía a cualquier hora del día, solo que teníamos que cuidarnos de los prefectos, subdirectores y del director. Recuerdo que en una ocasión saliendo de educación física me sentía sediento y fui rápido por un jugo, Don Ramon me atendió lo más rápido que pudo, pero en eso me ve el director y me dice- ¿qué haces ahí Osmand, no tienes clase?, yo le respondí- si señor ya voy. Ahora que lo veo a distancia es un poco gracioso pensar que el hijo le ahuyentaba la clientela a su padre, ya que Don Ramon era padre del profesor Miguel Ángel. Esta noticia la supe el día que el profesor de actividades artísticas de nombre Luis Manuel Bravo Aguilera nos lo comentó como chisme de pasillo, y no solo fue eso, también recuerdo sus palabras cuando dijo que aquel señor fue minero y es escritor, eso me impactó y me dejó callado y sorprendido a la vez. – En verdad invito a que lo lean y platiquen con él, ya que sabe mucho de minería y vieran sus historias que cuenta, comentó – así también si les da pena invito a que lean sus libros que son chiquitos, pero en verdad interesantes y entretenidos, vale la pena que los lean porque igual habla del Real -Así concluyó su discurso y promoción a Don Ramon y enseguida continuamos la clase.
Un día fui a reafirmar lo que había escuchado en aquella ocasión, ahí estaba en la cooperativa arreglando su mercancía junto con Doña Anita, lo saludé y le quise hacer tantas preguntas, pero me puse nervioso porque estaba frente a un escritor, el cual no hacía mención. Solo le hice esta pregunta: – ¿Usted fue minero? El voltea sonriente y me dice- sí, yo fui minero, estuve trabajando en varias minas de Pachuca y aquí en el Real también me toco darle hijo. Con esto noté que él tenía recuerdos gratos en ese episodio de su vida. Igual quise preguntarle de sus libros, pero no pude expresarle mi curiosidad, ya que era la primera vez en mi vida que tenía a un escritor frente a mí. No volví a tocar el tema con él, que ahora a varios años de distancia en verdad me hubiera gustado platicar más a fondo, pero gracias a sus libros que dejó como herencia cultural hoy podemos disfrutarlos y conocer más, así como poder reflexionar.
Hombre sencillo y de fácil palabra tanto en persona como en sus letras, que fueron perpetuadas en sus relatos mineros, adhiriendo material riquísimo en historiografía minera del siglo XX ubicada en el Distrito de Real del Monte y Pachuca, el cual merece ser estudiado con la dedicación que se merece, pues en sus relatos no queda como un simple observador, el participa de manera muy activa, convirtiéndose en un personaje central en sus relatos. Captura la esencia de cada situación, así como olor sensación y problema que implica cada capítulo, así como el desenvolvimiento de la historia.
En Miguel el chiflonero relata sus primeros recuerdos antes y después de comenzar a trabajar de minero. Nace aproximadamente en 1928 de acuerdo con la nota de Anselmo Estrada Albuquerque. Sus memorias comienzan en el año 1944, justo al cumplir los 16 años, edad mínima para poder trabajar. El siente una profunda atracción por ser minero, su sueño anhelado, esto se debe a que su entorno está centrado en ese ambiente, como familia y amigos. Viviendo en uno de los barrios de mayor abolengo minero que es La Surtidora, el cual se ubica cerca de varias minas como por ejemplo San Juan Pachuca.
Su círculo social primario está compuesto en un principio por su hermano herido en las primeras letras de nombre Juan, el cual la gente quiso que lo tomara como una advertencia a lo que le podía ocurrir, un cuñado el cual está en la Clínica esperando noticias del accidentado, por lo que tiene una hermana, pero esta no aparece. Su madre es el personaje secundario más importante de los relatos, por lo que de no mencionar a Miguel el Chiflonero, seguramente sería un primario, ya que es ayuda, conformidad y consuelo para el joven Ramon en casi todo momento de la historia.
Lo que nunca se menciona es el padre, nunca se aclara en el relato que ha pasado con él, por lo que es probable que este haya muerto en algún accidente de minas, ya que recordemos se considera minero de abolengo.
En la dieta del minero que se recalca constantemente durante la historia sin duda alguna es el guangoche, palabra implementada por los estadounidenses que originalmente se denominaba one lunch, que significa simplemente almuerzo. Los mineros la adoptaron y le dieron un significado especial, el guangoche se componía primero de una bolsa o morral de lona en donde se depositaban los alimentos, los cuales eran Tacos y su té de canela, aunque lo típico era pulque, pero en ese momento era menor de edad. Los tacos denominados tacos mineros elaborados con tortilla hecha a mano la cual primero se depositaba en el Nixcomel, que consiste que en una olla se realiza la cocción del maíz con agua y cal, para que después lo que se hace se mande al molino y se hagan las tortillas a mano, pero cabe mencionar que al momento de hacer tortillas estas se doblan para que la tortilla aguante el guiso. Destaca también el mole rojo de guajolote, carnitas y barbacoa, platillos que en nuestros días siguen siendo consumidos y tienen gran presencia en las cocinas familiares, fondas y restaurantes.
La minería como se mencionó anteriormente es la actividad principal, expresando todas las situaciones que le parecían sobresalientes como primer punto a notar es la palabra “soba”, en el glosario minero de Raúl Duarte Díaz, está la palabra sobado, el cual significa hombre con experiencia, por lo que a pocos días antes le preguntaban” ¿ya estas listo para la soba?” significaba ya te quieres hacer hombre. Ya listo para entrar a la mina tenemos lo básico en cuanto a vestimenta el cual consiste primero en una lámpara de carburo, el carburo es usado para prenderlo y dar luz como combustible para la lámpara dentro de la mina. La gorra está hecha de un material fuerte para proteger al minero de algún accidente que se le presente y por último su morral donde lleva su comida. La primer mina que menciona el relato es la de Dos Carlos, la cual es recordada por ser de naturaleza cooperativa, la cual es una asociación u organización de varios socios de economía mixta, es ahí donde se desarrolla casi toda la historia, hasta que Ramon consigue irse a Real del Monte para estar en la Purísima que pertenecía a los estadounidenses donde pagaban mejor, dando a entender que las minas eran de diferentes propietarios, así como la paga, ya que el contrato ponía en claro esos puntos , desde el tradicional tequio que era un trabajo extra para una sola persona que era breve, hasta estar por parte del sindicato minero que era mucho mejor, ya que te respaldaban varias prestaciones y era indefinido.
En el ambiente minero tenemos distintos matices, pues se muestra gran compañerismo dentro y a la vez cierta indiferencia, ya que existe ayuda mutua en momentos de dificultad, como el caso del accidente del hermano de Ramon, el cual fue asistido por su compañero Rafael o el trágico destino de Miguel Martínez el Chiflonero. Al mismo tiempo cierto nivel de hacer travesuras y maldades con las pertenencias de los demás, de ahí viene el famoso gancho para colgar la ropa y poder cambiarse de ropa una vez iniciado y concluido su turno. Pero antes de entrar a la mina se debía checar esto por medio de una tarjeta, en ella se llevan todos los registros del minero que la posee. Los horarios laborales son tres: el matutino de 7 am a 3pm, el de tarde de 3 a 11 pm y el nocturno de 11 a 7 am. Las primeras impresiones del recién llegado Ramón son sin duda alguna emocionantes, primero por la tarea asignada era puesta por un capataz que le decía que debe hacer, transmitiendo emoción absoluta. Al bajar con la calesa, así como el amontonarse para ir a los distintos niveles, el trabajar en la tierra representaba para el joven un mundo ajeno, desconocido y místico. Comienza todo con completa obscuridad, para luego encontrarse un escenario iluminado con tecnología, así también el clima es distinto al que esta en la superficie, desde ese momento Ramón perteneció a dicho mundo.
Miguel Martínez (el chiflonero) es sin duda alguna un personaje enigmático, el cual se va abriendo poco a poco en la interacción que tiene con el joven Ramón, comienza siendo un completo desconocido buscando refugio para pasar la noche hasta convertirse en su amigo y mentor en la minería pues es de ahí donde aprende todo lo referente a ser perforista. Se nota un crecimiento en Ramón en cuanto a lo laboral, ya que comienza como todo minero a ser cochero, a luego a ser ayudante de Miguel que es perforista y de los buenos como lo dice Ramón hasta ser uno como tal, el cual se ve reflejado en otra obra que el relata sobre eso. Miguel es un minero nato nacido en la ciudad de Guanajuato buscando una mejor oportunidad en Pachuca, reflejando el constante cambio que sufren las personas de ese gremio cuando la veta de una mina se agota y tiene la penosa necesidad de irse indeterminadamente de su lugar de origen, que en casi todas las veces es para siempre, por lo que un centro minero alberga a gente de varios lugares del país.
La tristeza y el recuerdo de Don Ramón Santamaría sale a flote cuando describe lugares donde dejaron de existir años atrás, la añoranza de esos años se refleja de principio a fin, incluso en las últimas líneas donde escribe, transportándose a los años cuando estaba escribiendo, ya casi cincuenta años desde aquel hecho, siendo ya Don Ramon el exminero, el empresario de vulcanizadora, aquel hombre que a su edad no se rinde al peso de los años y sigue luchando. El primer lugar que menciona ya desaparecido es el Nopalito, una vecindad que estaba cerca de La Surtidora que no queda nada de eso el día de hoy. La mina La Blanca, que hoy es referida como un restaurante en el centro de Pachuca y por último la mina el Álamo, el cual actualmente se le denomina así a un conjunto de vivienda.
Muestras de folclor e ingenio en el relato de Ramón Santamaría abundó tales muestras se vieron en los días de descanso obligatorio y asueto de los mineros, comenzando por las tardes de diversión de los mineros, las cuales se desarrollaban en las Pulquerías, centros de vicio y juego para los mineros que se distraen después de una jornada larga de trabajo. mientras escuchan canciones de la sinfonola. Uno de los juegos preferidos es sin duda la rayuela, jugando y apostando de moneda en moneda para ver cual cae más cerca de la raya que pusieron como meta, ganando o perdiendo todo. O también escuchamos aquel hombre que evoca una pequeña canción “Minero soy, mi sino sufrir, en las entrañas de las montañas he de morir”. A lo lejos de la barra se escucha toser al silicoso hombre de tanto trabajar ya que no habían muchas medidas de higiene, por lo que esa enfermedad antes de dársele un nombre, así como las características que esta tiene se le denominaba “enfermedad del minero” que parece ser una maldición a los que elegían trabajar en esta actividad noble. También se puede mencionar sobre las demás actividades sanas como ir a misa a las 8 de la mañana para que posteriormente salgan todos a la plaza a comprar alimentos y distraerse un rato de la rutina, este gesto según Santamaría era muy apreciado por las mujeres, ya que el comenta que llevó a su mamá en cierta ocasión y esto le provocó felicidad. Debe mencionarse la gente extranjera que estaba en las cercanías, encontramos a personas árabes vendiendo sus telares, los cuales eran excelentes negociadores, y dejaban todo en pagos. Los niños por su lado jugaban a elevar papalotes aprovechando los vientos perpetuos de Pachuca que regala a su población, así como también las señoras sacaban un banquito y se ponían a charlar hasta que acabara la tarde.
Una de las fiestas más importantes para los mineros es el día de la virgen, el 12 de diciembre todos los mineros van a rendir sus respetos a las vírgenes que están ubicadas en diferentes niveles. Las señoras pueden bajar y escuchar misa dentro de la mina por única ocasión en el año, ya que se tiene como creencia que si una mujer baja cualquier otro día del año a la mina, esta se encela y deja de producir tan valioso metal.
Los textos hechos por Ramón Santamaría son únicos en su tipo, ya que se le puede nombrar a este señor como un minero-escritor. Esto se debe a que plasma correcta, atinada y sencilla su narración. Parece a simple vista una novela como en algunos otros casos, pero no es así, ya que es su experiencia narrada compartida a todo mundo, no quedó solamente en la sala de su casa, esta fue expandiéndose en el mundo histórico y literario, pero en este caso todo fue cierto. Se ha ganado un lugar muy importante en la historiografía minera de Real del Monte y Pachuca, escenarios esenciales donde se llevan a cabo todas sus vivencias y experiencias. Claro está que varios mineros tenían más historia que contar, pero por diversas causas no fue posible que se pudieran perpetuar, pero teniendo este tipo de rescate, sin duda alguna se conserva la esencia del minero para que este no quede en el olvido.