JACALA, UNA HISTORIA DIGNA DE CONTAR.

General Historia y Leyendas

JACALA, UNA HISTORIA DIGNA DE CONTAR.

JACALA, UNA HISTORIA DIGNA DE CONTAR

EN HONOR A TODOS LOS HOMBRES VALIENTES ORIGINARIOS DE LA SIERRA GORDA HIDALGUENSE

 

POR: POLIOPTRO MARTINEZ CISNEROS

                    FINADO

CON DERECHOS DE AUTOR

Fragmento del libro Fuerzas Leales del Estado de Hidalgo.

 
Autor. Polioptro  Martínez Cisneros. Teniente Coronel.  Presidente Municipal de Jacala, dos veces, ayudante y Secretario Particular del General Nicolás Flores, Diputado a la Legislatura del Estado dos veces, Senador de la República y Gobernador interino del Estado de Hidalgo. (Finado)

 

 

Al iniciarse la guerra civil provocada por el cuartelazo de la Ciudadela en 1913, había en el Distrito de Jacala, una excelente red telefónica de 112 kilómetros que comunicaba la cabecera del Distrito con las Municipalidades de Chapulhuacán, Pisaflores, La Misión y Pacula y todos los poblados de alguna importancia. La oficina central se encontraba en Jacala, tenia una línea Jacala-Chapulhuacán con oficinas intermedias en El Pinalito, Zipatla, Jacalilla, Santa Ana y Santa María Álamos, una línea Jacala-Pisaflores con oficinas intermedias en Los Duraznos y la Misión, una línea Jacala-Pacula con extensión a Jiliapan y una línea corta Jacala-San Nicolás.

Al romperse las pláticas, que ya mencionamos, entre el Gobernador Rosales y el General Nicolás Flores por haberse negado el primero a acaudillar el movimiento revolucionario en el Estado de Hidalgo, se cortaron de plano todos los contactos entre la comarca rebelde y el resto del Estado y la oficina  telegráfica existente en la Encarnación rompió sus nexos con la oficina gobiernista de Zimapán y convertida en telefónica se agregó a la red de Jacala y permaneció dentro de ella durante aquella larga guerra civil.

Todas estas líneas de comunicación quedaron bajo el control del Ejercito Revolucionario y sus Jefes se preocuparon por mantenerlas en las mejores condiciones posibles de servicio y fueron muchos y buenos los que prestaron en la preparación y ejecución de las constantes operaciones que en aquella época se sucedían sin interrupción.

En las precarias condiciones que hemos apuntado el General Flores y algunos centenares de hombres valerosos y resueltos como él sostuvieron por año y medio el constante asedio de muchos mayores contingentes abundantemente dotados de toda clase de pertrechos y materiales bélicos; aislados, literalmente, en el centro de la República, a unas cuantas Jornadas de la capital, sin auxilios ni aprovisionamientos de especie alguna, pudieron mantener en aquellos meses de interminables y fatigosas campañas enhiesto el pendón de la Revolución, hasta que vinieron del Norte del País los hombres que bajo el mando de Don Venustiano Carranza y demolieron el al parecer inconmovible impero de la traición y el crimen.

Admira ver cómo este reducido grupo de hombres, que puede calcularse como máximo en ochocientos hombres mal armados y peor pertrechados que se reunían o disolvían según los apremios de graves situaciones y penosas penurias, pudieron efectuar un tan hercúleo y heroico esfuerzo por tanto tiempo. Sólo puede explicarse concediéndoles, como es de justicia concederles, una resolución heroica, un carácter indomable y la ayuda de los ‘‘imponderables’’ que suelen ser benignos con los hombres de voluntad brava y pugnaz.

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