Itacate de cuentos mineros

General Historia y Leyendas

Itacate de cuentos mineros

 

Itacate de cuentos mineros

El Relato del Guarda y la Bruja

 

 

POR: OSMAND ROMERO

Lic. Historia de México

 

Fue una jornada de trabajo difícil para el guarda de minas Jesús Basurto, pues el llevar su carga de plata desde Real del Monte a la Ciudad de Pachuca a caballo cuidando aquella gran carga de bandoleros que hay a los alrededores no es una tarea sencilla, hay que estar alerta a cada minuto sin bajar la guardia, afortunadamente el viaje fue más tranquilo de lo que se esperaba. Un mes entero duró el viaje aunque se tenía contemplado que solo serían 10 días, pero el mal clima acompaño a Jesús y a sus compañeros todo el tiempo, lluvias torrenciales lo recibieron cuando su caballo tordillo puso la primer pisada en Pachuca, a pesar de eso no se detendría hasta llegar a sus dos destinos los cuales eran llegar a la mina La Purísima, lugar donde cobraría su ardua jornada de trabajo y posteriormente ir a visitar a su hermana menor Teófila, que estaba a pocos días para dar a luz, esa idea emocionaba al guarda y lo motivaba a no cortar el paso, ansioso estaba por llegar, la prisa que llevaba era evidente, las noticias del nuevo miembro de la familia no podían esperar más, en su mente se formaban las incógnitas de ¿ya nació?, ¿fue niño o niña?, ¿ de quién saco los ojos?.

El trayecto largo se minimizaba y en menos de lo que pensaba Jesús llego a Real del Monte, el clima era nuboso y con lluvia ligera, al momento de entrar a la mina las diez acababan de sonar, al instante cobró su paga que le habían dejado y justo cuando se disponía a irse a su casa un compañero lo detuvo y le dijo lo siguiente

– ¡Jesús, espera no te vayas ¡- exclamó aquel hombre -, Jesús voltea extrañado y pregunta- ¿qué sucede Ramiro?, Ramiro toma aire después de alcanzarlo y le dice lo siguiente. – Ayer por la tarde tu cuñado Simón Aguirre vino con muchísima prisa a buscarte y al no encontrarte te dejo esta carta. – ¿Te dijo algo en especial? – pregunto Jesús, – no, solamente dijo que en cuanto llegaras se te fuera entregada, – Contesto Ramiro, – Muy bien, agradezco tu atención amigo, – Por nada Jesús cuando gustes.

 

 

En ese momento Jesús ve el sobre en blanco con una pequeña nota que decía “Entregar a Jesús Basurto el guarda”, una ola de ideas emanaron de la cabeza de aquel hombre al sentir una corazonada de alegría sobre el posible mensaje de la carta. El temblor de sus manos se manifestó al momento de abrir el sobre y desdoblar la carta, cuando la ve, se da cuenta que estaba fechada hace dos días atrás, la letra estaba escrita de manera muy inclinada, dando una clara evidencia que Simón llevaba mucha prisa cuando la elaboró. La carta contenía el siguiente mensaje.

Querido Jesús.

Hoy por la tarde vine a buscarte a la mina pero no te encontré, como dijiste que llegarías hoy a medio día pensé que podría encontrarte, pero parece que tu regreso se atrasará, espero que no, porque te tengo una gran noticia ¡ Teófila acaba de dar a luz ayer en la noche! si, así como lo estas leyendo ya somos papás y tu tío, las dos están bien, decidimos que llevaría por nombre Josefina, así es ya está aquí Chepita, por lo que te pedimos que en cuanto termines de leer esta carta vengas a la casa a conocer a nuestra hija.

Jesús soltó una carcajada de alegría, pues ese miembro de la familia al fin nació, por lo que quería llegar lo más rápido posible, así que tomó otro caballo, este era de color alazán manialbo y se dispuso a ir a la casa de su hermana Teófila, pero antes pensó en lo tarde que era, así que de su pecho sacó su reloj de bolsillo y vaya sorpresa que se llevó pues eran apenas las 10:15 de la noche, – si voy a todo galope llegaré en diez minutos a su casa, seguramente los encontrare cenando porque Simón acostumbra dormir ya tarde, pues bueno debo darme prisa- Jesús pensó. – ¡Arre caballo! – exclamó. al salir de la mina la lluvia seguía y parecía que en poco tiempo sería más fuerte, pero eso a él no le importaba, quería llegar rápido, así que procuró que el caballo no bajara el ritmo, en el trayecto se respiraba de un silencio profundo el cual solo era interrumpido por el sonido de la lluvia y uno que otro relámpago en el firmamento, no había alma alguna que estuviera cerca, solo el, su caballo y su alma.

Casi llegando a casa de los Aguirre, Jesús a lo lejos se percató de algo anormal que estaba sucediendo en ese hogar. al principio pensó que solo alucinaba pues no había comido desde hace un día entero por lo que se dijo así mismo- hombre se nota que no andas bien, estás viendo alucinaciones. Siguió el camino y conforme se acercaba reafirmaba lo que vio a lo lejos, pues la chimenea se encontraba sin humo, el cual no le pareció común porque debería estar echando humo, pues Teófila le estaría cocinando algo a Simón, pero lo más extraño fue el ver una esfera de luz justo arriba del techo de tejamanil de la casa de Teófila y Simón, eso le dio un aire de escalofrió teniendo un mal presentimiento, y se hizo la siguiente pregunta:- ¿será acaso una de esas brujas que tanto se habla?. Jesús fue más a prisa con su caballo, a menos de 50 metros de la casa él puede ver de cerca de un ave negra y grande, tan extraña como espantosa, de pico afilado que parecía que exhalaba azufre con una ligera fumarola, aparentaba que dentro de su garganta y estomago había una hoguera de carbón, esto acompañado de una extraña lengua muy larga que era tan fina y delgada como Aguja. Esto detuvo a Jesús en su trayecto pues sintió un miedo tan grande que quedo petrificado, pero aún no dejaba de sorprenderse al ver que a la entrada de la puerta había un pequeño bulto cubierto con cobijas tejidas a mano, el recordó que esas cobijas las había hecho Teófila todo el tiempo de espera de la bebé por lo que, Reséndiz dedujo rápidamente que quien estaba envuelto en esas cobijas era Chepita la sobrina tan esperada, la cual estaba siendo amenazada de muerte por esa criatura y más aún cuando aquella ave se disponía a insertar esa profunda lengua en la bebé. Jesús estaba sumamente asustado claro está, pero esto fue superado por su valentía al bajar del caballo lo más rápido que pudo y así correr rápidamente a salvar a la bebé. Justo cuando aquella monstruosidad se disponía a beber la sangre de la víctima aquel guarda hace un esfuerzo extraordinario para salvar a la infanta, corriendo lo más rápido que sus cansados pies le permitían y las pesadas botas que tenía puestas, más aparte el pesado barro que se había formado en todo el tiempo que había llovido, parecía una tarea casi imposible llegar a tiempo, pero en un esfuerzo sobrehumano Jesús logra lanzarse directo a la niña para pescarla, acción que logra exitosamente, alejándose a dos metros de distancia de la misteriosa criatura.

Jesús retira las cobijas de la niña para ver si estaba bien, al ver su rostro se da cuenta del hermoso color vainilla casi tan blanca como el color de la leche que la bebé tenía, acompañado de unos labios finos, sus ropas transpiraban un aroma a lavanda que es ideal para que los bebes se relajen y puedan conciliar el sueño rápidamente. por un momento Jesús quedo maravillado al verla, -Con que eres tú, -exclamo dulcemente. Pero este episodio duro segundos ya que aquella ave infernal comenzó a hacer un sonido espectral muy parecido a un ave de rapiña, aunque a simple vista se parece a un guajolote, tiene el tamaño de un buitre buscando alimento. En ese momento Jesús se levanta y decide no afrentarlo, por lo que va de nuevo a la casa, pero por algún otro lado ya que en la entrada principal asechaba esa ave, por lo que va a la primera ventana a ver si alguien estaba despierto y no fue así, solo se veía en una mesa de centro una vela de cebo a punto de terminar con una opaca luz. Jesús comienza a pegar a la ventana para que  alguien escuche, pero nadie hacia caso, gritaba el nombre de los padres, pero no. Adentro de la casa los padres se quedaron dormidos repentinamente con la pose de que ambos abrazaban a su primogénita antes de que esa criatura la empujara a la puerta para tratar de quitarle su sangre.

Jesús seguía gritando desesperadamente, – ¡Simón, Teófila abran la puerta soy yo!

Pero nada, el panorama del tiempo empeoró, la lluvia se vino con más fuerza. La niña estaba protegida con la capucha que portaba aquel guarda de la mina. – Dios ayúdame con esto- exclamaba al borde de la desesperación. Aquella ave seguía ahí esperando a que se cansara el hombre de proteger a Chepita.

Jesús trataba de acordarse si al momento de cambiar de caballo había puesto la misma silla de montar, ya que de ser así tendría con él una pequeña pistola de chispa de un tiro ya preparado para poder dispararle a la bruja, ya que como se mencionó anteriormente el viaje que realizó a la capital fue muy tranquilo y solo la cargó por si acaso. el tío de la niña corrió donde estaba su caballo y busco aquella arma desesperadamente, para su buena suerte era la misma silla de montar, entonces se dispuso a preparar el disparo para ahuyentar al animal, solo esperaba tener buena puntería. De pronto se escuchó una chispa ensordecedora que espantó al caballo y a Chepa, de pronto se escucha un lamento proveniente del ave que parecía casi humano, la bala alcanzó a darle en su pierna izquierda, la cual chorreaba mucha sangre sin control, el ave uso sus extensas alas negras llenas de afiladas plumas que parecían ser navajas muy filosas y comenzó a volar alejándose de aquella casa, de pronto se escuchó un llanto de recién nacido, era Chepa que parecía que se había curado de algún vil encantamiento.

Adentro de la casa Teófila despierta exaltada notando la ausencia de su hija, en ese momento trata de despertar a su esposo. – ¡Simón despierta no está la beba!, aquel hombre despierta asustado buscándola alrededor de la cama, pero nada. – Donde está mi niña, – Se pregunta Teófila mortificada. Simón se percata de algo, – Parece que escuche algo, – ¿Dónde Simón? – Pregunta Teófila horrorizada, -Parece que afuera se escucha el llanto de un bebé. En ese momento Jesús vuelve a gritar y a tocar la puerta. -Simón, Teófila abran la puerta por favor, estamos aquí Chepa y yo. Simón corre a la puerta y no puede creer lo que ve, era su cuñado Jesús con su hija, de pronto se acerca Teófila y no da crédito lo que ve, Jesús este revolcado en lodo, todo empapado con una pistola en la mano izquierda y en la derecha una beba que no dejaba de llorar, que a pesar de eso ella estaba completamente seca.

Jesús- Toma hermana aquí esta tu hija, se parece a ti, pero saco los ojos verdes de Simón.

Teófila toma a su bebé y en mar de llanto incontrolable no termina de creer lo que acaba de suceder.

Teófila- ¿Pero ¿qué paso Jesús? hace un momento la niña estaba en la cama con nosotros- Exclamó.

Jesús- No lo sé Teófila, yo cuando llegué a la mina me dieron una carta escrita por Simón para que viniera a tu casa a conocer a tu hija lo más pronto que posible, eso hice y de una manera muy extraña ya tuve el gusto de conocerla.

Simón- Es verdad yo te dejé la carta con uno de tus compañeros de trabajo y gracias a dios que la recibiste justo a tiempo, pero no logramos entender que fue lo que realmente pasó. Teófila baño a la bebé y se dispuso a descansar un poco en lo que se calienta el café para cenar, yo solo me quité los zapatos y cerré los ojos un momento y de pronto pasa esto, ¿tú tienes alguna explicación de lo que pasó?

Jesús- No lo sé cuñado, al igual que tu no sé exactamente lo que pasó, pero estoy seguro de lo que vi.

Simón y Teófila preguntan al mismo tiempo ¿qué fue lo que viste?

Jesús- Pues parece que se trató de una bruja la que los hizo dormir y en ese momento ella se disponía a chuparle la sangre a la niña, pero afortunadamente no llegó a ser eso.

Ambos estaban estupefactos, no comprendían lo que acababa de pasar, dudas y asombros volaban alrededor de la casa, la única persona que no se preocupaba por eso era Chepita que estaba en los brazos de su madre, en ese momento la niña da su primera mueca de sonrisa, pues parece que estaba segura de que el peligro ya había pasado. En ese momento la cafetera empieza a sonar despidiendo un aroma exquisito de café traído directamente de la Huasteca, el cual rompió la tensión de los tres adultos.

Jesús- ¿Me pueden invitar un café? he tenido un día muy pesado como ustedes ya lo notaron.

Teófila- Claro que si hermano, ¡adelante!, es lo menos que puedo hacer después de lo que hiciste por nosotros.

Simón- Sirve que nos cuentas a mayor detalle de lo que paso afuera, por favor siéntate cuñado.

Los tres cenaron un delicioso café acompañado de unos cocoles de piloncillo con nata y unos pastes que Doña Ramona, la madre de Simón les había mandado, pues todos querían que Teófila no hiciera esfuerzo alguno después del parto. Después de esa deliciosa cena y con la sobremesa comenzó la plática sobre lo acontecido, entre más se adentraba Jesús menos comprendían Teófila y Simón, así que por un momento hubo total silencio, ahora solo se escuchaba una ligera llovizna, pues esa tormenta azotadora había hecho tregua al fin. hasta que uno de los tres comenzó a retomar la palabra.

Simón- Sigo asombrado, trato de poner las ideas en orden, pero sencillamente no me es posible cuñado.

Teófila- Igual yo hermano, no puedo creer que en unos segundos casi perdíamos a la bebé.

Jesús- Me siento igual que ustedes, pero debemos estar serenos, ¿quién ha visto aparte de nosotros a la bebé en estos ya tres días? – Preguntó seriamente.

Simón- Pues solo la partera que atendió a Teófila, y nosotros tres, no hay más gente.

Jesús- Mmm que extraño, entonces como se dio cuenta esa bruja que estaba aquí una bebé, porque por costumbre le chupan la sangre a recién nacidos, no tuvo por qué haberse enterado.

Teófila en ese momento comienza a llorar como si no pudiera más con un sentimiento de culpa que la invade y confiesa lo siguiente.

Teófila- Tengo que confesarles algo, discúlpenme.

Simón- ¿Que pasa Teófila, ocultas algo?

Teófila- Si, Simón algo que no te conté y no le di importancia, – Teófila confiesa con voz quebrada.

Jesús- Pues ya dinos, veremos qué podemos hacer.

Teófila- Pues verán, cuando Simón fue por la lavanda para la bebé y los pastes que le hizo su madre, Sali con ella a que le diera el sol, aproveché para regar agua a mis malvones que pedían a gritos un chorrito de agua, en una mano llevaba la jícara con agua y en la otra a Chepa. Todo estaba bien cuando se acerca una señora de avanzada edad, de cabello canoso, delgado y con posibilidades de quedarse sin él, ojeras enormes, su piel era pálida y marchita con cacarizos. Ella pasó a la casa sin que me diera cuenta al patio trasero como si fuera su propia casa, y esto fue lo que me dijo: – Muy bonita la niña de su merced, disfrútela mucho porque no vivirá más de tres días la infanta. En ese momento le dije que se callara y que se fuera de mi casa, que con qué derecho se metía a mi hogar, que pronto llegará mi marido y era mejor que se fuera. En ese momento esa mujer se rio y en un parpadeo ella desapareció, y justamente acababas de llegar tu Simón.

Simón- ¡Maldita vieja, enseguida la iré a ver y me conocerá!

Jesús- Tranquilo Simón, mejor vamos mañana tu y yo, recuerda que le alcance a dar un balazo a su pierna izquierda, si se puede mover ella no fue, de caso contrario la podremos acusar y llevar a las autoridades, el único problema es que no sabemos dónde vive.

Teófila- He sabido que hay una bruja en lo profundo del bosque a una hora de aquí, pero nadie lo puede afirmar, solo son rumores.

Simón- Si, he escuchado esa historia varias veces, pero nadie puede asegurar que es verdad, lo que se sabe es que en los últimos dos años han fallecido 4 niños a pocos días de nacer. Por si fuera poco, se ha sabido de gente que ha tratado de encontrar su casa, pero no hay resultados, es algo verdaderamente frustrante. Lo mejor que podemos hacer por ahora es retirarnos a descansar e ir mañana a buscarla.

Jesús- Así será, pero debemos estar seguros de como vamos a pasar la noche ya que no podemos asegurar que esto ya pasó.

Teófila- ¿Que propones entonces?

Jesús saco de nuevo su reloj de bolsillo, ya era media noche, se quedó callado por un instante mirando a la nada y después volteo a ver a los dos dando estas indicaciones.

Jesús- Ya son las doce en punto, tu Teófila te iras a descansar con Chepita, pero antes de hacer eso pondrás unas tijeras en forma de cruz abajo del colchón de tu cama, así también cambiaras a la beba de ropa y se las pondrás al revés, he escuchado por parte de compañeros de la mina que eso ahuyenta a las brujas. Por nuestra parte Simón y yo vigilaremos su descanso, esto lo haremos de la siguiente manera: Simón estará contigo en el cuarto despierto y rezando un Rosario cada hora, mientras yo estaré aquí en el comedor vigilando cualquier cosa sospechosa.

Jesús- veo que no hay mas que decir, pues así quedará esta noche.

Tal como Jesús lo decretó, se dieron las cosas, Teófila dormía profundamente con Chepa, siempre abrazándola y despertando a cada rato para revisar que las cosas estuvieran bien. Simón rezaba un Rosario cada que sonaba el reloj de la sala y Jesús estaba en la cocina atento a cualquier cosa sospechosa, sentado en una de las 4 sillas del sencillo comedor de madera acompañado con su pistola de chispa para estar prevenido.

Así como todo comenzó con una tormenta torrencial, esta se fue aminorando hasta terminar en una ligera llovizna el resto de las horas siguientes, hasta que esta se detuvo completamente justo cuando se manifestó el alba. Justo en ese momento Jesús y Simón salen de la casa para resolver esa duda que se les presentó desde la noche. Jesús toma el caballo alazán manialbo que tomó en las minas y Simón ensilla el suyo que guarda en un corralito de madera, el bello ejemplar era de color moro con un lucero delgado en la frente que culminaba en las narices, y así se disponen a internarse en el bosque de oyameles bien armados, pues ambos tenían a sus espaldas unas escopetas de caza de Simón, ambas muy bien cuidadas, pues aquel hombre es aficionado a la cacería.

Emprenden viaje rumbo al bosque, ambos estaban callados sin decir ni una sola palabra, no se emitía ningún sonido, todo en completo silencio con excepción del casco de los caballos, que este se fue silenciando con las hojas marchitas de los árboles. Simón no soportaba mas el silencio del viaje, así que el comenzó la charla con un comentario.

Simón- La escopeta que llevas en la espalda es nueva, la cambié la semana pasada, vendí dos borregos a muy buen precio y después hice un buen trato con el sujeto que me la vendió, hasta me sobró, por lo tanto, le podré comprar una cuna a la bebé. La quería estrenar yendo de cacería para ver si cazaba una liebre justo ahora que es temporada; pero la usaré para ver si mato a una bruja.

Jesús- Pues no sabemos que vamos a encontrar, tal vez hasta caces algo del tamaño de un zopilote, porque justo así estaba de grande.

Simón- ¿Lo estás diciendo en serio?

Jesús interrumpe a su cuñado justo cuando observa algo que jamás había imaginado, pues era el cuerpo de un ser que compartía características humanas y de ave, parecía tener el cuerpo de una mujer, pero estaba ennegrecido con plumas en todo el cuerpo, algo que no se podía imaginar.

Jesús- Mira eso que está ahí tirado a lado del tronco

Simón- ¿Qué es eso?, ¡es espantoso!

Ambos se bajaron de su caballo al mismo tiempo y se acercaron cuidadosamente a esa extraña criatura. Efectivamente era el cuerpo de una señora como Teófila la había descrito pero su cara estaba muy puntiaguda, como si estuviera por formarse un enorme pico como si fuera un gancho, cubierta con ropas grises deshilachadas y viejas por el tiempo, tal como se vio de lejos tenía plumas negras, pero delgadas y afiladas casi como esa extraña criatura de anoche. No encontraban una explicación de esto que estaban contemplando, pero hubo un detalle que heló su sangre: La pierna izquierda de ese ser no estaba, de hecho, ambas piernas no estaban, pero esta ultima solo presentaba un pequeño, casi inexistente muñón el cual había dejado una costra gigante, casi como si ese ser extraño se hubiera desangrado. Ambos relacionaron al ser que vieron anoche y se dieron cuenta que el rumor de la bruja era verdad. Que hacemos con ella-pregunto Simón-. Jesús estaba callado y pálido, no tenía explicación que dar y no encontraba palabras para expresar lo que sentía, lo más parecido a esto era horror. De pronto aquel cuerpo, se comenzó a hacer como de granito poroso, de pronto se comenzó a romper ante sus ojos y se hizo polvo casi al instante, sin dejar alguna huella que dejara evidencia de lo que pasó.

-Ahora que vamos a decir- dijeron ambos al mismo tiempo. Cada quien montó su caballo de nueva cuenta y regresaron a la casa. Para no espantar a Teófila le dijeron que no encontraron nada, preferían decir eso porque nadie les iba a creer nunca así que prefirieron callarlo el resto de sus vidas. Lo que si se dio a notar fue que en aquel poblado por mucho tiempo no se volvió a saber de ataques de supuestas brujas a infantes recién nacidos. ¿Verdad o coincidencia? eso tal vez nunca se sabrá, solo quedará entre nosotros el relato del guarda y la bruja.

Arriba