Travesía y búsqueda por el agua

General Historia y Leyendas

Travesía y búsqueda por el agua

Travesía y búsqueda por el agua

 

 

    Por Osmand Romero

Lic. En  Historia de México

                                                                    

 

 

Haciendo memoria de aquellos años distantes de mi niñez en Real del Monte, vienen  a mi las largas horas de juego en las que parecían ser infinitas, tuve juegos preferidos como cualquier infante que agradaban y desagradaban a los adultos, como por ejemplo del último mencionado  era el jugar en el agua, era divertidísimo jugar con tal vital elemento, pero todo terminaba cuando me sorprendían y me hacían  la llamada de atención que por cierto era muy severa. Recuerdo que cuando mi abuela me sorprendía jugando con el agua me reprendía con esta frase “ escuincle no juegues con el agua, te voy a mandar a traer un viaje hasta el negro para que veas lo que se siente y con aguantador”, esa era la máxima expresión de advertencia y regaño que se daba no solo a mi, sino que también a los niños que hacen la misma travesura, pues el lugar que llaman el negro está  más allá del Bosque del Hiloche, cruzando la carretera el cual te dirige rumbo a Mineral del Chico, por lo que espantaba el simple hecho de pensar que se tenía que ir hasta ese lugar con tan pesada carga.

                                                                                            Hombre con aguantador de agua

 

 

Uno de los problemas más antiguos que mi pueblo ha tenido es la inundación de las minas por la filtración del agua, haciendo muy complicado el poder extraer el tan apreciado metal argentífero a la superficie; sin embargo, fuera de las minas los pobladores han sufrido de la ausencia de este vital liquido en gran parte del año, por lo que el ingenio para llevar agua a los hogares se ha hecho presente desde siempre.

Algunas casas tenían su propio pozo de agua potable, eso daba la seguridad de que no escaseara en ninguna época del año, ya que estos eran alimentados porque estaban ubicadas justamente debajo de alguno de los túneles de las minas o algún manantial donde corría y descansaba tan codiciado líquido.

En el caso de las personas que en su casa no contaran con un pozo, tenían que recurrir a otras medidas para obtener y almacenar agua. Comenzamos hablando por la techumbre en las casas, las que fueron construidas ya varios años atrás, posiblemente a principios del siglo pasado o aun con mayor distancia de tiempo, ya que se ha tenido la costumbre de hacerla a dos aguas, esto quiere decir que están hechos de dos alas, las cuales permiten el desahogue de agua de ambos lados. Esto permitía capturar la lluvia, granizo, hielo y nieve. Una vez que baja del techo, estaría siendo guiada por una canal que estaba en la orilla para que descienda hasta encontrarse con un tinaco de diferente capacidad, el cual alimentaba a otros tinacos más donde el agua se acarreaba de uno a otro por medio de cubetas; pero como se mencionó anteriormente eso solo ocurría en los meses lluviosos, en los demás se tenía que recurrir a otro tipo de medidas.

Para poder satisfacer la necesidad diaria de cada familia realmontense, tenían que hacer sus largos recorridos hacia las minas, pues el agua se acumula en los tuneles y esta era bombeada a la superficie. Cada mina contaba con su propia llave para proveer el agua a los habitantes, podían pedir el agua que necesitaran para abastecer sus necesidades domésticas solamente, ya que esta agua no era potable, esto debido a que esta contenía metales, minerales y algunos aceites que le imposibilitaba ser para consumo humano. Las minas que proveían en mayor cantidad agua a la población son La Dificultad, Dolores y Purísima.

                                                                                                     Mina dificultad

El presidente municipal Abraham Rublúo Calva en uno de  sus gobiernos introdujo el agua potable entubada al municipio, el cual facilitó más la vida de los habitantes de este mineral, introduciendo los famosos y muy recordados gallitos, estos se encontraban estratégicamente ubicados para el abasto de la gente, estas se clasificaban popularmente como agua limpia y sucia, potable y no potable respectivamente. La primera era alimentada por presas y manantiales como son Palo Hueco, San Pedro, Tezoantla, y San Cayetano. Las segundas eran alimentadas por las minas con su agua pesada llena de minerales como se comentó con anterioridad.

Los gallitos que proveían de agua limpia se ubicaban en Presidencia municipal, Los temascales, Barrio de Sacramento, El Viento, La Comunidad San Pedro Huixotitla y Rufina. Aquellos gallitos de esta categoría cumplían con un horario estricto para dotar de agua a los habitantes, el cual era de 7 a 10 am todos los días del año, pero a pesar de ese horario había problemas para que se surtieran las familias, ya que por lo general se surtían solo los fines de semana, imposibilitándose hacer esto los demás días por sus diversas actividades de las personas, por lo que se hacia una larga fila de espera varias horas antes. La gente recuerda que desde las 2 o 4 de la mañana se iban a formar apilando un gran número de cubetas, y para aguantar el frio traían una cobija que los cubriera, ya llegada la hora el gallito comenzaba a proveer la tan anhelada agua a montones y así como iban llegando llenaban todas las cubetas que le fueran posibles para su semana. Los gallitos que proveían de agua no potable o sucia se ubicaban en  el barrio del Atorón, El Descanso, Mercado Camerino Z. Mendoza  y en las minas, esos no tenían horario específico y no se le dificultaba a la gente obtenerla.

La manera más cómoda en que transportaban su agua era usando burro. Se le colocaba un fuste el cual estaba en forma de cruz y se llenaban unos botes de lámina de 50 litros cada uno, estos tenían un lado plano donde estaba puesto un lazo en la parte superior para que se sujetara del lado contrario de donde se colocara para que se colgara uno de otro, la otra parte es redonda para tener un amplio espacio. Por lo general en algunas casas se tenía este noble animalito como herramienta de trabajo. La segunda manera en que se transportaban los viajes de agua era en aguantador, el aguantador era un palo grueso de madera el cual en cada uno de los extremos se encontraban amarrados de una cadena o lazo, al otro extremo de los lazos o cadenas tenía un gancho para sujetar las cubetas de 20 litros en cada lado.

                                                                                                Burro con carga de agua

La venta de agua entre vecinos y amigos era muy común, esto debido a la falta de tiempo de muchas personas debido a sus diferentes actividades, esto era desde pequeñas cubetas hasta viajes en burro.

Era común encontrarse a la señora o señor con uno o hasta 3 burros cargados, acompañado de su nieto, hijo o algún jovencito que habían contratado para la paga de un día. Ellos iban de casa en casa tocando de puerta en puerta diciendo “agua limpia jefecita, ¿cuánta le vendo, uno o dos viajes?” así era hasta terminar su meta o cuota de viajes que hacían diario hasta el anochecer. Algunos de los vendedores de agua que más se recuerdan son Don Isidro, Don Lagarde, Don Antonio Islas, Gerardo Sierra y Doña Ventura Trejo (mi abuela paterna). El costo del viaje hace ya algunos años atrás estaba entre 2 a 2.50 pesos. Cuando la gente ya no alcanzaba a ir a los gallitos de agua limpia tomaban la decisión de ir directamente hasta los ríos como El Negro, San Pedro y Tezoantla, Pueblo Nuevo y Calicanto o presas como Espiritu Santo y Rufina. Ya estando en el lugar, las amas de casa aprovechaban el viaje para lavar su ropa, ya que la fuerte corriente les ayudaba a lavar mejor.

Aparte de mencionado lo anterior sobre lavar la ropa, cabe mencionar el de los lavaderos públicos, como su nombre lo indica estaban destinados para toda la gente en general. También era un lugar ideal para las amas de casa para hacer conversación con otras señoras, así como mantenerse actualizadas sobre nuevos aconteceres en su entorno, eso hacia más divertido su trabajo. Los Lavaderos eran muy codiciados por las amas de casa por el simple hecho de que no sufrían de que se les acabara el agua, aunque había ocasiones que la fuerza de la bomba del agua disminuía y no alcanzaba para todas las señoras, por lo que debían lavar cada prenda que les fuera posible, terminando hasta ya algo entrada la tarde, no permitiendo que otra ama de casa se le hiciera posible hacer lo mismo. Los lavaderos públicos se ubicaban en Ahuatoche, La Purísima, Barrio de Zaragoza, Barrio San Francisco, San Ignacio, Barrio la Gotera. El agua que se usaba para lavar la ropa tenía como característica que no hacia espuma el jabón, esto debido a los varios minerales que la componían.

 

Esta breve crónica abarca cada una de las calles, barrios y comunidades que constituyen a Real del Monte, aún siguen latentes los recuerdos de aquellos gallitos que ya no dan más agua porque ahora cada hogar tiene su propia toma. Así como hombres y mujeres que se dedicaban a la venta de agua. Hoy en día alguno que otro dice yo iba por agua hasta tal cerro, para las nuevas generaciones parece un cuento llegar hasta ahí, para otros que llegamos a verlo lo consideramos como una gran hazaña y parte de nuestra historia local. El recolectar y vender agua para muchas familias era parte importante de su sustento, por lo que aparte de la minería, la venta de agua en burro o en aguantador representaba una actividad económica muy importante, ya que apagaba la sed de familias, por lo que se tenía que hacer una importante búsqueda y travesía por el agua.

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