La 4ta División
COLUMNA: POLITIQUERIA Y COSAS PEORES
Por: Alan Estudillo
Joven analista político, colaborador de la campaña al senado del frente por México en el estado de Hidalgo y en la campaña local por el distrito XIV con cabecera en Tula de Allende. Colaborador de la ONG Frente Nacional para la Paz México y Delegado Juvenil en el Youth Program de la XVII Cumbre mundial de premios Nobel de la Paz en Mérida, Yucatán
En todos los regímenes democráticos, a los gobernantes les incomoda la crítica. Claro que están en todo su derecho de expresar critica a sus críticos. Pero lo deben hacer con argumentos y datos sólidos. Son los más obligados a elevar y mejorar el debate público. Por el contrario, resulta vergonzoso y preocupante cuando los gobernantes se bajan al nivel del insulto. Es el caso de López Obrador.
El asunto es que cuando etiquetamos a las personas, las cosas se complican. Ya sabemos que en México discriminar es el deporte nacional por excelencia; más que el fútbol y el albur.
Quienes lo conocen y lo rememoran bien, lo saben. Cuando desde cadena nacional le dijo «Ricky, Rickyn, Canallín” al entonces aspirante presidencial Ricardo Anaya (PAN) y escondió su billetera en el momento en el que éste se le acercaba, AMLO tuvo la certeza de que sus dichos (ensayados o no) tenían una curiosa repercusión.
Los adjetivos «lopezobradoristas» se van integrando al léxico mexicano cotidiano. Ahí está, por ejemplo, la palabra “fifí”. Se trata de un adjetivo clasista. A muchos les parece muy gracioso. ¿Lo es?
¿Por qué aplaudimos e imitamos al representante del país cuando le pone la etiqueta de “fifí” a alguien, pero nos escandalizamos cuando otra persona hace lo mismo con el adjetivo de “naco”? ¿Eso queremos en México? ¿Un país polarizado de fifís y nacos, blancos e indios, «ricachones» y «pobretones»?
Me cuestiono también si todos los que están a favor de AMLO son chairos y si todos los que están en contra son fifís. Más aún: ¿qué apodo recibimos aquellos que no somos fanáticos, aquellos que miramos con aprobación algunas de las medidas del ejecutivo federal y aquellos que también hacemos uso de nuestro derecho a estar en desacuerdo con otras decisiones gubernamentales? ¿También somos mafiosos?
Usted, presidente, es el que anda por las calles «sin» seguridad. Usted es el que abraza a la gente. Vaya que no habíamos visto eso. Usted, además de un poder tiene una enorme responsabilidad: gobernar para todos los mexicanos, para los que no lo votaron e incluso para los que están en su contra.
Además de su poder y responsabilidad tiene muchos derechos, pero entre ellos no está el de permitirse polarizar más a esta sociedad, ya bastante lastimada esta por las diferencias que nos hemos esforzado en remarcar. Por favor, ya no divida más a este país tan fraccionado.