El ultimo adiós.

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El ultimo adiós.

 

 

El último adiós

 

 

 

 

 

                     /Por RicardoContreras/                                         

 

                           Recorriendo Caminos con RC

 

 

 

 

-“Diosito quiso que nacieras aquí en Clavería”, gritó un admirador de “El Príncipe de la Canción”. Casi al unísono las carcajadas de la gente invadieron el ambiente. Justo en el monumento donde se erige la estatua, que el propio cantante develó el 22 de junio de 2007, los vecinos de la colonia Clavería se organizaron este sábado para darle el último adiós al “Hijo predilecto de Azcapotzalco “. Aquí en el Parque de La China los ramos de flores y las veladoras fueron apilados al pie del monumento, mientras que otras personas portaban sus discos de vinil firmados por el artista. Detrás de la estatua de José José se advierten tres coronas de flores enviadas por el Alcalde de Azcapotzalco, Vidal Llerenas, “la única aportación de la autoridad”, aclara uno de los organizadores del homenaje espontáneo. En realidad, la Alcaldía Chintolola también facilitó una bocina que fue utilizada para organizarse un karaoke-maratón al aire libre, donde participaría una interminable fila de aficionados. Cuando se dieron cuenta de que la bocina se estaba “sobrecalentando,”un vecino trajo de su casa la suya. La otra la dejaron “reposar”, pero en medio de la bohemia popular, las porras y los gritos, el artefacto “desapareció”. El de barbita negra tomó el micrófono y dijo: “ les tengo que dar una mala noticia, la alcaldía mandó una bocina y ya se la chingaron”. La rechifla fue imparable. -“¡No sean rateros, devuelvan la bocina, pinches culeros!, ¡Estamos de luto!, ¡José José nos quería pedos pero no rateros!”, gritaba una asistente, mientras le daba grandes sorbos a su cerveza. Las televisoras dieron cobertura del evento. Conforme pasaban las horas, aumentaba la afluencia de asistentes, vecinos y curiosos. Alma, una activa vecina de Clavería, hizo el “pase de charola” para contratar a los mariachis. Esta noche nadie duerme, dijo un espontáneo. La recolecta rindió frutos. -“Gracias por su apoyo, sólo nos faltan 500 pesos”. Una señora, que más tarde supimos se llamaba Hilda, se acercó al estrado y sacó un billete. -“Gracias a la señora Hilda por su generosidad, ya acompletamos para los mariachis”. Alma pidió una porra para Hilda. El estruendo de los gritos fue contagioso. Fue un homenaje luctuoso sin dramas, con muchas canciones y pocas lágrimas, pero aderezado de cervezas y alcohol. De pronto, el Parque de La China se convirtió en una gran cantina al aire libre, eso si, bien custodiado por la policía que cerró las calles aledañas. Las bolsas del Oxxo circulaban sin recato. Las gargantas allí reunidas seguían entonando el repetorio de quien en la vida real respondiera al nombre de José Romualdo Sosa Ortiz. Con 71 años de edad, su corazón dejó de latir a causa de cáncer en el páncreas en Homestead, Florida. Cuando arribó el mariachi, creció la lluvia de luces de los celulares. Inició el climax. Las porras arreciaron: “Siempre serás nuestro Príncipe”, “Siempre fuiste un Chingón”, “Te hubieras llevado a Chabelo”. Tarde-noche inolvidable. Momento único e histórico para recordar al “Hijo Predilecto de Azcapotzalco y Clavería “. Descanse en paz

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